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LENA

Cuando el coche llegó a nuestra casa, me bajé y subí corriendo a mi habitación. No podía aguantar ni un solo minuto más con las deportivas.

Sin embargo, mi hermano era todo lo contrario a mí. Esben era capaz de pegarse toda la semana llevando chándal y deportivas. 

Él y yo estábamos muy unidos, éramos como uña y carne. Aunque eso implicaba pasar tiempo con mi ex Gisli.  Este y yo teníamos vidas muy parecidas y, sumado a otras cosas, fue el motivo de nuestra ruptura.

A pesar de que mi hermano y yo fuéramos como mellizos (con 1 año de diferencia), mi ex y su melliza no se parecían en nada.

Gisli, físicamente era un noruego normalito, rubio, ojos azules y alto. Pero, su hermana, tenía el pelo negro (obviamente teñido), los ojos azules y era bajita. Elin tenía el cariño de todo el instituto y de casi toda la ciudad. El odio lo tenía él. Ella se limitaba a ayudar y cuidar de la gente para hacerles la vida amena y fácil, Gisli se encargaba de que todos le odiasen.

A pesar de que Elin y yo no habíamos hablado casi, tenía mi respeto.

La tarde del miércoles me la pase tumbada en la cama de Esben mientras hablábamos sobre la hermanastra de Niels.

Mi hermano no paraba de reírse de él y sospechaba de este.  “Era mucha mujer para tan poco hombre”

Yo me mantuve callada durante todo su monólogo, pero al final acabé explotando. Soy como una bomba, puedo esperar mucho tiempo, pero al final acabo estallando.

“Esben, no me parece nada bien todo lo que has dicho sobre él. Ya sabes que Hans es mi novio y uno de sus amigos es Niels. Hemos hablado alguna vez y permíteme decir que tiene tantos temas de los que hablar que podría pasarme días hablando con él. Por eso prefiero a los chicos de HAVET que a los VINUL.”

“Además, hay muchas chicas que prefieren mil veces poder hablar con alguien sobre lo que sea y que no sean TAN guapo como vosotros a que todas las conversaciones se basen en musculitos, dinero y sexo. Y yo soy una de ellas”

Esben se levantó de la cama y me miró perplejo.

Pestañeó un par de veces y después se fue corriendo al pasillo. Yo me levanté descolocada porque no entendía lo que estaba haciendo.

Me apoyé en el marco de la puerta y miré a través de la barandilla cómo se puso en medio del hall a gritar “SOCORROOOOOO, MAMAAAA, PAPAAAAA, LE HAN COMIDO EL COCO A LENAAAA”

Mientras yo me reía a carcajadas, él subió las escaleras hasta llegar a su habitación.

Después me dijo “Se me había olvidado que nuestros padres no están nunca en casa”

Esa era nuestra triste realidad, habíamos crecido sin figuras paternas. Lo más parecido a un padre, era mi hermano un año mayor que yo. A una madre era la cocinera que teníamos.

Por muchos millones que nuestros padres tuvieran, nosotros habíamos ido a psicólogos desde que teníamos uso de razón para no convertirnos en unos psicópatas. Por mucho que económicamente hablando nos pareciéramos más a los VINUL y a las ERST, nuestras vidas eran más parecidas a los HAVET.

Por eso dejé a Gisli, aunque su orgullo quedó intacto por que según él: “la dejé  porque no quería sexo”. Él y yo éramos la pareja perfecta a ojos de los demás. Pero teníamos vidas tan diferentes que eso nos separó mucho.

Hans también ha sufrido mucho por sus padres, aunque están muy lejos nuestras situaciones, puedo hablar con él de todo lo que se me ocurra. No somos la pareja perfecta para ojos de nadie.

Después de que mi hermano me diera la razón, estuvimos hablando de cosas triviales mientras estábamos tumbados en su cama.

Como era de esperar, nos quedamos dormidos y otra noche más dormí entre las sábanas de Esben Rohde. Lo que pasa es que siempre iba a tener lo que todas las chicas quieren de él, atención.

Las mañanas son lo más caótico de esta casa, la alarma nos suena a las 8. Nos despertamos y nos duchamos. Cuando bajamos a la cocina solo tenemos 10 minutos para desayunar y solemos bebernos un café helado, porque la cocinera no está despierta a esas horas.

Después, Esben coge el coche y nos vamos al instituto. Depende de las horas, recogemos a Gisli, Elin y Brenda o vamos solos.

Ese día fuimos solos.

Nos tocaba español y yo odiaba esa clase. Pero ese día fue muy especial. Mi ex nos estaba esperando en la entrada e hicimos el “show” de todas las mañanas.  Yo siempre iba a un lado y por delante de ellos, no me gustaba participar en eso pero no me quedaba otra.

Cuando entramos a clase, estaban todos sentados esperando a ver el show matutino.

La clase tenía toda la pinta de ser un coñazo, pero, sorprendiendo a todos, entró un chico a clase. Tenía la piel un poco más morena que nosotros, el pelo castaño oscuro y rizado.

“Hola chicos” nos dijo en un perfecto español.

Cuando  el profesor nos lo presentó, noté a Hans tensarse a mi lado. Comprendía sus celos, había entrado un español a nuestra clase.

Se llamaba Pedro, no sabía pronunciar su nombre, pero a partir de ese momento, él iba a ser “Mi perdición”.

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