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El olor a muerte era una de las esencias de Trondheim.

En Noruega se suicidaban muchas personas al cabo del año y, a todos les había tocado alguna vez ver un muerto.

Estuvieron días sin salir de sus habitaciones y lo único que hacían era llorar o pensar en cómo sus vidas habían cambiado tanto por una simple discusión que acabó mal. Algunos estaban pasándolo peor que otros, como era el caso de Gisli y Helge, que seguramente eran las personas que más querían a Elin.

En cambio, Angus estaba en un llanto constante, porque había perdido a sus dos mejores amigos en el mismo día.

Las profesoras tenían un problema demasiado grave, ya que, al ser las encargadas de todos, debían estar al tanto de todo.
El virus que conquistó el mundo, impidió que cada uno se fuera a su casa y tuvieron que permanecer ahí hasta que el gobierno decidiera las salidas a la calle.

Pedro se planteó 1000 veces porque seguía ahí y no había huido a su tierra natal. ¿La razón? El amor.
Mientras tanto, Lena y Esben, estaban de nuevo en esa burbuja de niños pijos.

Esos días fue todo demasiado aburrido, solo se oían susurros mientras lloraban sin parar y las redes sociales se llenaron de mensajes contra Kaira y en apoyo a la familia de Elin.
Sé que a nadie os va a interesar, pero a pesar de que yo los odiaba a todos, Elin era la única a la que odiaba menos. No llegué a sentir pena, no era capaz de sentir algo así por alguien de ese instituto.

Lo que había sentido fue… fue… ¿sorpresa? No me esperaba que Kaira pudiera matar a alguien y menos a alguien de su grupo.
Es broma, sí que me lo esperaba.Pero la vida da muchas vueltas y, las vueltas dan mucha vida ¿o no?

A estas alturas del capítulo te habrás replanteado muchas cosas, pero…tiempo al tiempo, todo se resolverá.

OS DEJO CON NIELS!

Desperté por el maldito pitido que me ponía de los nervios. Si alguno de mis compañeros de habitación se había atrevido a molestarme, iba a sufrir las consecuencias. Tener que aguantar a un Niels recién despierto de mala leche, es una de las formas de morir de “1000 maneras de morir”.
Intenté acostarme de medio lado y taparme los oídos doblando la almohada. Pero no pude, había algo que me impedía hacerlo. Me enfadó mucho el no saber por qué no podía cambiarme de posición, pero como estaba medio dormido, abrí los ojos.

Todo lo que vi era lo único que no esperaba encontrarme. Estaba en una habitación con bastantes monitores y cables alrededor mío. Entraba la luz por una de las ventanas y, además estaban las luces encendidas. No conseguí adivinar dónde estaba si no hubiera entrado una mujer con un uniforme blanco y unos guantes.
Se llevó las manos a la cabeza cuando me vio mirándola inquieto y sin entender nada.

¨Mirakel!!¨ empezó a gritar. (¡Milagro!)
Varias personas entraron a la habitación al oírla y repitieron lo mismo.
No entendía nada y cuando me intenté sentar en la cama, un dolor fuerte de cabeza lo impidió. Cuando las personas que estaban celebrando, se dieron cuenta de que me dolía mucho la cabeza, vinieron en seguida.

Literalmente todo era un milagro, pocas personas por no decir ninguna despiertan de una muerte cerebral (aunque yo no estaba en muerte cerebral del todo) y nadie sale del hospital tan rápido.

Las noticias no tardaron en llegar cuando mi madre me llevó  a casa y encendí el móvil.
Los mensajes de WhatsApp me dejaron totalmente descolocado. Pero las redes sociales se llevaron la palma.
De repente empezaron a llegar a mi memoria pequeños flashbacks que me hicieron recordar.
Engla pidiéndome que no la deje.
Elin besando a Helge.
“Dra til Helvete”
Kaira empujando a Elin por el balcón.
Kaira empujándome a mí.

Todo negro.

Las cosas ahora empezaban a tener sentido.

Tardé mucho tiempo en asimilar que la persona de la que me había enamorado y por la que había renunciado a las cosas que me hacían feliz, estaba muerta.

Afortunadamente (o desafortunadamente) no tuve que pasar el luto solo, porque el instituto me obligó a volver a esa casa. Todos los que me recibieron, tenían un semblante triste y, poco tardé en volverme como ellos.

Angus no era el mismo desde ese día, ya no tenía esa sonrisa diabólica en su cara, ni si quiera se ponía las lentillas de color y tampoco se arreglaba el pelo.
Sé que él se alegraba mucho de no haberme perdido para siempre, pero el Niels que todos conocían poco a poco se fue apagando.

Siempre me había gustado saber las razones de todo, tener culpables de las cosas y no quedarme con ninguna duda. Pero después de saber que alguien había perdido la vida justo al lado mío. Las razones se fueron a la mierda, la culpable estaba en la cárcel y las dudas nunca iban a ser resueltas.
Se empezó a correr la voz de que alguno de los que peor lo estaban pasando, me había culpado de la muerte de Elin.


La empatía no es algo que se aprende, o naces con eso o nunca lo tendrás. En ese curso la empatía relucía por su ausencia.

Había perdido a mis compañeros, a mi mejor amigo, a una amiga muy especial, a la persona de la que estaba enamorado y a la persona con la que había estado durante meses. A todo eso súmale a que me había enfrentado contra la muerte y que todas las personas cercanas a mí me culpaban de algo que me había destrozado.

A todo eso me tuve que enfrentar solo en mi cabeza. Por eso el Niels, sonriente, valiente, simpático y agradable había desaparecido completamente.

Los siguientes meses dejaron de estar como emos del 2000 y volvieron a ser las mismas personas que había querido (a algunos más que otros) y ahora odiaba.

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