GISLI
El dolor que sentía solo fue creciendo conforme pasaban los días, no tenía ni idea de lo que era sobrevivir a una muerte y me estaba enfrentando a la muerte de la persona a la que más quería en el mundo.
El primer día, nadie salió de sus habitaciones y todo se había sumido en un silencio triste y angustioso.
Pero, al cabo de una semana, todos estaban como si nada. Sus vidas parecían iguales, se comportaban alegres, ajenos a la muerte de mi hermana y eso fue lo que más me dolió.
En esa actuación, yo era el actor principal. En las series suele ser el más guapo, el que se ligaba a muchas chicas y el que tiene muchísimos amigos y es completamente feliz. No juzgo a quien creyera eso, de hecho hasta yo mismo me llegué a tragar esa farsa.
Los días eran totalmente monótonos, desayunábamos todos juntos inmersos en un silencio asfixiante y pasábamos el día en nuestras habitaciones con nuestros grupitos. Aunque, supongo, que como ya habrá dicho alguno de mis compañeros, los grupos se mezclaron.
Cuando llegaba la noche, cenábamos inmersos de nuevo en ese silencio y nos quedábamos en el salón todos, jugando a cualquier juego estúpido.
Las profesoras dejaron de comportarse como tales y solo les veíamos en las comidas, no cruzábamos palabra con ellas. Todo había cambiado desde ese día.
Las risas se habían convertido en mi mayor tortura, odiaba a la gente feliz. No quería que nadie fuera feliz, no podía soportarlo. Las miradas cómplices seguían persiguiéndome allí a dónde iba, todos me observaban atentamente.
El día en el que pasó todo, algo dentro de mí empezó a desatarse. Lo sentía cada mañana al despertar. Cada mañana cuando me despertaba y me acordaba de todo. Cuando me duchaba y no escuchaba los gritos de mi hermana “Se va a secar el mar”. Era como si algo dentro de mí se rompiese, como si mi corazón se estuviera rompiendo cada vez más rápido. Necesitaba a mi hermana, necesitaba escuchar su música ruidosa en el baño, necesitaba oler esa colonia que tanto le encantaba. Quería volver a ver como forzaba una sonrisa cuando le abrazaba. La conocía tanto que sabía que eso le hacía sentirse bien y, esa era su forma de agradecérmelo. Aunque ella odiara sonreír.
Tardé poco más de un año en darme cuenta, que echarla de menos, no iba a hacer que volviera. Que nada de lo que hacía desde aquel día, nada iba a traerme a Elin de vuelta. Pero durante esos meses en los que estuve encerrado con todos los del instituto, solo había hecho una cosa. Meterme en un círculo vicioso del que era muy difícil salir.
Los rayos de sol entraban a la habitación. No era consciente de dónde estaba hasta que me senté en la cama y me di cuenta que la foto de mi hermana no estaba en la mesilla de al lado.
Con miedo miré a la persona que se estaba moviendo inquieta a mi lado y, me quedé sin palabras.
-Dime por favor que esto no es lo que creo que es-
-Buenos días a ti también eh- me dijo estirándose y seguidamente me dio un beso en la comisura de los labios.
Me levanté totalmente descuadrado, no entendía la situación. Si alguien me hubiera dicho que me iba a sentir así al despertar al lado de una mujer, no me lo hubiera creído.
Pero las cosas se habían torcido tanto que me parecía la vida de otro tío.
-Nono señorita, tú no te vas de esta habitación sin antes explicarme que ha pasado- le dije.
Ella solo reaccionó riendo.
-Gisli, no ha pasado nada entre nosotros- me dijo.
Debió de leerme el pensamiento porque, cuando pensaba que iba a salir de esa habitación, se giró y me dijo “Ayer, a las 2 de la mañana, fui al baño y oí un ruido en el baño de los chicos. A esas horas todos estaban durmiendo, así que entré a ver que era. Estabas sentado abrazándote las rodillas. Tenías los ojos hinchados de tanto llorar, pero cuando entré estabas tan inmóvil que ni si quiera me vistes entrar. Nos dormimos cuando dejaste de llorar”
Me esperaba cualquier comentario, menos ese. No recordaba nada de lo que me había dicho y, si me lo hubiera contado otra persona, hubiera desconfiado completamente. Pero, Ludmila y yo nos conocíamos desde hacía muchos años y siempre nos habíamos cuidado cuando las cosas se ponían feas.
-Gracias, Lud.-le dije sonriéndole.
Ese día volví a ser el mejor actor de todos, aunque mi acompañante de juegos y de risas, se había convertido en mi mayor aliada.
Seguramente te estés preguntando por Esben. Por mi mejor amigo.
La respuesta es clara y concisa.Tanto él como su hermana, se habían metido de lleno en ese juego de actuar. Pero ellos tenían su propia burbuja, una burbuja muy especial de hermanitos pijos.
Odiaba cuando el vínculo de ellos dos se volvía tan asocial. Solían relacionarse con la gente, ambos tenían muchos amigos. Sin embargo, cuando algo les pasaba, dejaban de hablar con la gente.
Lena se vestía como una muñeca Barbie y su hermanito no se quedaba atrás. Parecían dos muñecos pijos. Sus miradas no reflejaban ningún sentimiento, no gesticulaban con la mirada, solo sonreían.
Al principio me molestó, me hundí muchísimo más al saber que mis dos grandes pilares iban a volver a “desaparecer”. Pero, conforme pasaban los días, dejé de sentirme mal sin ellos y me fui acercando más a otras personas.
Así fue como me volví amigo de mi prima Brenda. Persona que siempre me había caído bien, pero no la consideraba mi amiga. Hasta que ella comprendió el dolor que sentía. Supongo que estábamos destinados, ella siempre conseguía volver a mi vida cuando peor lo estaba pasando.
Brenda y yo nos habíamos criado juntos, habíamos vivido momentos inolvidables.
Sabía que en el fondo, odiaba que su reputación girara entorno a mí. Si soy sincero, también odiaba que todos me alabaran como un dios nórdico.
Brenda había nacido tres meses más tarde que yo y, sus padres la dejaron al cargo de mis padres cuando aún teníamos 1 año. Nadie había sospechado de que realmente no somos primos, de hecho lo habíamos conseguido disimular bastante bien. Sus padres son dos personas muy importantes en España, su madre es una empresaria y su padre un jugador de baloncesto famoso mundialmente. Tuvieron a Brenda por sorpresa y, decidieron dejarla a cargo de mis padres porque confiaban en ellos.
Brenda era alta, al igual que todos los nórdicos. Había sacado eso de su padre. Y tenía el pelo rubio como su madre.
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El Día
Teen Fiction¿Que ocurriría si encerraran a 13 adolescentes en una casa? ¿Y si además, el mundo está siendo atacado por una pandemia? Los HAVET, los VINUL y las ERST te esperan con los brazos abiertos. Adéntrate en este mundo no tan fantástico y conocelos a to...