|Capítulo 5|

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El tiempo pasó de forma demasiado rápida para mí gusto. Hasta este entonces Draco ni me dirigió la palabra, es más, últimamente ha faltado demasiado a clases.

Es decir, entiendo su enojo. Después de todo yo tengo la culpa.

– Harry. ¿Me estás escuchando?

Voltee mi rostro con un sobresalto. Ginny me estaba hablando y yo no podía prestarle gran atención. La boda estaba a la vuelta de Hogwarts y yo no puedo dejar de pensar en los sucesos de esa vez.

Me siento como una mierda cada que recuerdo el gran daño que pude hacerle a mi recientemente mejor amigo, quien al ver que yo me di cuenta de su marca sonrió. Tal vez, y solo tal vez, el si estaba ilusionado con un futuro a mi lado. Pero simplemente no puedo hacer que alguien me guste a la fuerza, eso tiene sentido. Hubo mejores formas de rechazar sus sentimientos sin llegar a tal extremo, eso lo sé.

Donde incluso parecía un fantasma, recordé a Rowena Ravenclaw la última vez que lo vi. Debido a sus terribles ojeras y sus notables ojos hinchados. Se veía serio cada que pasaba a mi lado, pero yo soy su pareja destinada. No puede ocultar el hecho de que desprende un olor lleno de dolor o como sus ojos se ven vacíos.

"Desearía que el nunca hubiera sido mi destinado".

Mi mente se vuelve a centrar en eso, pero he notado cosas que antes no. Cada vez mis ojeras son más notorias, pues mi lobo interno no me permite dormir ni por tres minutos, está triste, preocupado e incluso impaciente por algo. Y ante la sola mención de mis pensamientos anteriores gruñe con enojo y dolor.

– Lo siento Ginny, me perdí un poco. Por favor continua.

Ella está hablando de la boda, lo noté por un momento. Pues sonreía demasiado. Debe saber el gran esfuerzo que hice para poder estar con ella. La noticia llegó a oídos de uno que otro, donde se dedicaban a esparcirlo. Pronto algunos juzgaban a Harry y otros pensaban que fue adorable el como dejo a su destinado por Ginny.

La historia se distorsiono demasiado con el paso de unas cuantas semanas. Y así fue como ahora todos culpaban al rubio de todos los acontecimientos.

Los peor es que el nunca dio la cara para defender la verdad o al menos su honor y orgullo. Algo devastador.

Volvió a despertar de su trance al sentir unas calidas manos sobre sus mejillas.

– Te veo muy cansado, mañana ya hablamos de lo demás. Ahora deberías descansar por una clase e ir a dormir.

Le dio una sonrisa y se retiro.

Mientras caminaba tranquilamente por los pasillos escucho el llanto de alguien.

– Eres un tonto.

Aquella voz se le hizo demasiado conocida para su gusto, no suele entrometerse tanto en lo que dicen los demás, pero está vez algo llamo su atención.

Sintió como si un hilo lo jalara y que decir del olor tan exquisito que atravesó su nariz.

Se asomó, ahí se encontraba el rubio junto a sus mejores amigos. Otra vez la situación era extraña. Se preguntó por qué siempre hablaban en los pasillos, cuando volteo un poco percató que en realidad el estaba cerca de la sala común de Slytherin.

Se dio un golpe mental, llegó de forma inconciente.

– Y tú también. Oh chicos, estos días se volverán los peores sin ustedes.

El azabache estaba confundido. No lograba comprender a que se refería, su lobo interno no dejaba de sollozar por ayuda o un poco de atención.

– También te vamos a extrañar. Pero al menos estarás con Theodore, al final nosotros iremos con ustedes. No te preocupes.

ROJO COMO UN HILO [en correción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora