|Capítulo 8|

6.5K 498 17
                                    

Tres meses, tres jodidos meses y no lo encuentro.

Esto es espeluznante. Y peor aún, hace poco tuve mi celo.

Se sintió horrible, jamás me había venido el celo tan fuerte. Las primeras veces incluso parecen un juego a comparación de esa vez. Y se perfectamente que Draco también ha sufrido un montón.

Lo sé y lo siento.

Y precisamente por eso tengo que encontrarlo en cuanto antes, pero por ahora voy a descansar. Me dirijo a un pueblo que queda en Borgoña, tiene llamativos colores, el lugar en donde decido hospedarme se siente hogareño.

Suspiro por última vez, mañana volveré con esta exhaustiva búsqueda.

-

He despertado y noto como los rayos de luz entran con gran calidez. Bostezo antes de levantarme. Pero me quedo sentado por un rato, pesando.

En como todo este tiempo ha pasado, en como la culpa me carcome y como el miedo me atormenta a tal punto de que a veces no puedo dormir, no puedo vivir con la idea de que Draco jamás me perdonará. Es un pánico que fácilmente me revuelve el estómago sin compasión.

El hecho de pensar en que no lo encontraré me pone la piel de gallina. Se que le hice un gran daño e inconcientemente también me lo hice a mi. Es algo doloroso de pensar.

Simplemente quiero que todo mejore, que este remordimiento se vaya y que por fin lo encuentre, ser feliz, con él a mi lado. Si, son ilusiones que quizás no se hagan realidad, pero me esforzaré. Si es posible por la eternidad, en esta y otra vida.

Despierto de mi "ensoñación" al escuchar a alguien tropezar afuera. Por alguna razón empiezo a reír de solo imaginar lo tonto que se vio. Cubro mis labios, no quiero ser escuchado.

– Maldición.

Algo me desconcerta, ese susurro. Ese pequeño susurro le pertenece a alguien. A alguien en especial.

Mi corazón se congela, se perfectamente de quien es.

Abro la puerta rápidamente para confirmar lo obvio. Solo puedo ver su espalda, pero lo he visto tanto tiempo que sería imposible desconocerlo.

Abro los ojos grande, siento que pronto lloraré de la emoción. Pero esa silueta se aleja, de forma demasiado rápida. Y siento que tengo que salir y seguirlo. Eso hago, me importo muy poco dejar la habitación sin seguro.

Su rubio cabello se agita por la carrera que se lleva, la dueña me intenta detener, más yo no lo permito. Pero esa pequeña distracción ya me hizo perderlo entre la gente que pasa, tristemente hoy hay más turistas de lo habitual.

Y esto me jode, parece ser un sueño. Regreso al lugar y le pido perdón a la señora. Ella asiente, quizás lo conoce.

– Disculpe, hace un rato paso un chico rubio. ¿Lo conoce?

La mujer de avanzada edad asiente, suspiro con felicidad. Por un instante creo que era una alucinación, el aire vuelve a mis pulmones cuando caiga en cuenta de que no es así.

– Si, el joven Draco. Es un muy buen chico. Pronto tendrá una cita con mi hijo mayor ¿Por qué?

Aquella declaración hace que mi furia crezca. ¿Salir con alguien más? Quizás este mal lo que siento, pero creo que quiero acabar con la vida de alguien.

– Nada, es un viejo amigo. ¿Tendrá su dirección?

Ella me ve confusa, pero asiente con total serenidad. Agarra un papel y empieza a escribir, me lo entrega. Fue sencillo, más de lo que creí.

– Gracias.¿Ahora, cuánto le debo?

Y así me dice el precio por haber estado en la habitación. Siento una paz inmensa, regreso a mi habitación y alistó mis cosas. Tengo que ver a Draco, después de todo, no está muy lejos.

 Tengo que ver a Draco, después de todo, no está muy lejos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Le ruego al cielo que esto no sea cierto. Esta mañana vine a ayudar a aquella amable señora y de paso le pedí fresas de su huerto como pago. Ella acepto gustosa, así que me dedico a acomodar cosas y limpiar las habitaciones.

Una vez que termino me doy cuenta de la hora, se me hace demasiado tarde. Demonios, le prometí a Pansy llegar temprano para ayudarla con una de sus citas. Estoy listo para irme, pero recuerdo el haber dejado mi varita en una habitación, me doy un golpe mental.

Se lo mencionó a la señora y me deja entrar nuevamente, la encuentro y dispuesto a irme, me tropiezo. Que idiota.

– Maldición.

Susurro levemente, hay algo extraño en estos pasillos. Ese olor es muy conocido para mí, empiezo a transpirar. No, imposible.

Al escuchar la leve risa de aquella persona, me quedo paralizado. Y escuchar sus pasos aproximarse me hace reaccionar, tengo que salir en cuanto antes.

Pero siento que está cerca, me está siguiendo. Aumento mi velocidad, se que es un poco cobarde. Pero no quiero verlo. No más, me hizo daño.

-
-
-

Llegó agotado, Pansy esta en una mesa de aquel restaurante.

– Pansy, que bueno verte, necesito tu ayuda para algo. Vamos, andando.

Ella finge no querer venir.

– Espera. Lo siento Mark, algún día nos volvemos a encontrar.

El chico se ve desilusionado y antes poder decirle un adiós la saco rápido de ahí.

– Hasta que llegas. ¿Que te paso? Hueles raro.

Se cubrió la nariz y yo ya no sabía si decirle o no. Es algo que quizás no debería mantener en secreto, solo espero que no me encuentre.

– No lo sé, quizás fue por qué ayude a la señora de las habitaciones.

Ella asintió con duda.

– Bueno, te creo. Ay pero deja que te cuente sobre la tremenda estupidez que fue llegar a esa cita.

ROJO COMO UN HILO [en correción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora