|Capítulo 1|

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¿Como habíamos llegado en realidad a este punto tan confuso?

La guerra mágica había terminado, decidió a que lo mejor era regresar a Hogwarts; y eso hizo.

En su último año empezó a notar como las personas se volvieron más agresivas, tristes e incluso vacías.
Aunque eso era normal, pues muchos habían perdido familia y amigos.

Esa mañana despertó con gran pereza, sus mejores amigos estaban demasiado melosos últimamente, hace poco habían empezado con su relación y siempre estaban juntos; no lo negaría, se veían adorables.

El estaba un tanto impaciente ya que pronto darían los resultados de las almas gemelas e incluso sobre que eran en realidad, con respecto a ser un Omega, Alfa o Beta.

Ya bastantes personas sabían que eran, pues no tuvieron que convivir con la guerra o su celo llegaba antes de lo esperado.

Al caminar por los pasillos empezó a bostezar, hasta que escucho como habían personas gritando, se asomó. Esto era extraño.

Al estar ya más cerca noto una cabellera demasiado singular y... hermosa a vista de quien sea.

– Es suficiente, déjenme en paz.

Cuando lo vio aún más noto como lágrimas salían de sus ojos, los chicos que lo fastidiaban eran de Ravenclaw.

– Déjanos divertirnos más con tu desgracia. ¿Como es posible que un Malfoy sea Omega? Puff que ridículo.

Mencionó el más alto. Con su valentía de Gryffindor se acercó con las manos haciendo puños.

– Ya basta, malditos bastardos. ¿Que demonios les sucede?

Quizás se llevaban mal en un inicio, pero no permitiría que esto pasará frente a sus ojos. Después de todo; ¿por qué tanto revuelo con ser un Omega o un Alfa?

No te hacía menos.

– Y-yo lo siento. – Dijo un tanto intimidado el Ravenclaw, ambos chicos procedieron a retirarse con cierta furia contenida.

El rubio apartó la mirada incómodo, limpio sus lágrimas con sus mangas, era un desastre. Pero eso ha no le importaba en lo absoluto. Quizás ahora quisiera morirse por tal abominación indecente. ¿Y eso que?

– Oh, que horror.

Se acercó al rubio que yacía en el piso manchando su uniforme. Lo ayudo a pararse y después quiso retirarse pero una mano se interpuso al tomarlo suavemente de la camisa.

– Gracias, Potter. – Sorprendido se volteó, jamás en su vida escucho que el rubio dijera eso.

"Esto es extraño".

Pensó.

– No es nada, Draco – no sabía el por qué lo llamo por su nombre, pero no sé arrepentía. El rubio dejó la manga de su camisa y le sonrió nervioso.

Ambos se dieron una vuelta y se sonrieron. Harry se sentía bien. Ayudo a Malfoy y no podía sentirse más genial, amaba ayudar a las personas.

En cambio aquel rubio sentía como su corazón saldría de su pecho, es extrañamente satisfactorio.

Quizás la gente no lo veía, e incluso El idiota de Potter no lo veía. Pero estaba enamorado, Draco Malfoy estaba jodidamente enamorado de Harry Potter y solo él lo sabía.

Iba caminando de lo más normal hasta llegar a mi sala común, donde en la entrada me encontré con mi novia, Ginny

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Iba caminando de lo más normal hasta llegar a mi sala común, donde en la entrada me encontré con mi novia, Ginny.

Después de la guerra mágica comenzamos algo más formal, donde le pedí que fuera mi pareja. Y aunque el miedo nos mataba por sentir que no éramos almas gemelas, sentimos que nada se opondría en nuestra relación. Ginny me amaba, yo a ella también.

– Harry, amor, que bueno verte.

Me envolvió en sus brazos y me besó con gran cariño, le correspondí. De igual forma la saludé y hablamos por bastante tiempo, me sentía impaciente. Ya quería que todo esté preparado para que nuestra vida sea como aquel cuento de hadas que tanto añoraba.

Por fin llegó el momento que tanto esperé, dispuesto a preguntarle lo que mi boca a veces quería tragar por el miedo; deje aquel nudo en mi garganta.

– Ginny, quisiera hablar contigo.

Agarre sus manos con gran delicadeza y respire hondo. Ella me vio espectante, con ese singular brillo en sus ojos marrones.

– ¿Si, Harry?

Relamí mis labios con nerviosismo. Era ahora o nunca.

– Tu, Ginny Weasley. ¿Me concedes el favor de casarte conmigo?

Era algo demasiado apresurado, pero quiero creer que no me arrepentiré a último momento. Todavía faltaban nuestras pruebas para saber que éramos, e incluso las marcas de nuestros destinados.

Pero me cegue ante el hecho de que ya quería tener una vida tranquila, la cual sea vista también por los demás. Una donde, yo, Harry Potter estaría con Ginny Weasley, mi enamorada. Para así formar la mejor pareja de todas.

– Si, acepto.

No supe que pasó, mi rostro reflejaba un gran alivio y felicidad, pero internamente me sentía y veía vacío.

No lograba entender cuál era el verdadero problema. Aunque tampoco quería saberlo.

 Aunque tampoco quería saberlo

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ROJO COMO UN HILO [en correción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora