|Final|

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Sus párpados se sientan pesados y la tenue luz que entraba por su habitación lo traían entre agotado y estresado. Bostezo con incomodidad, tratando de retomar el sueño se removió levemente en su lugar.

Sintió como su almohada se sentía cálida y suave, vio como el sueño se adueñaba por fin de su cuerpo. Un momento...

Abrió los ojos de golpe y encontró a alguien durmiendo placenteramente a su lado. No se hizo de esperar para darle una patada con terror, pobrecito.

– Au... Idiota – escucho las quejas por parte de esa persona, fue ahí cuando reconoció su voz y se acercó desesperado.

Su voz empezó a temblar levemente.

– Harry... Lo siento. – por alguna extraña razón Potter estaba felizmente dormido a su lado hace un instante. – ¿Que paso? – pregunto mientras lo trataba de levantar del piso.

– ¿No es obvio? – se asustó ante su insinuación y lo soltó. Causando que otra vez se cayera y golpeará. – Au, solo estoy bromeando.

Apenado nuevamente lo levantó del piso y está vez espero a que estuviera completamente sentado en la cama.

– Perdón, pero ya en serio. ¿Que paso? No recuerdo quedarme dormido. – no se sentía mareado o con gran dolor de cabeza, por lo cual llegó a deducir que no tenía resaca.

– Oh, eso es fácil. Anoche al parecer emití bastantes fermonas y terminaste dormido. Así que decidí traerte a un hotel debido a que tus amigos no dejarían de preguntar, después de todo me botaron del hospital así que... Aquí estamos. – el rubio rodó los ojos.

– ¿Y no crees que me preguntarán donde estaba y por qué dormí en un hotel contigo? – alzó una ceja incredulo. El azabache se limitó a sonreír, nuevamente con picardía.

– No lo sé, quizás ahora sí me den su bendición. – él rubio suspiro frustrado, no dejaba de tener sorpresas. – Oh, cierto, me desperté hace rato y pedí servicio a la habitación. ¿Estan bien panqueques con frutas? – se limitó a asentir y esperar. El ambiente no se sentía incómodo por alguna razón.

– ¿Estas emitiendo fermonas de felicidad? – el azabache a veces parecía un niño que no sabía controlarse bien.

– Si. – al escuchar como tocaban la puerta dejo de prestarle atención y se dirigió al llamado. Mientras que el rubio veía un punto en específico y rogaba por no morir de la vergüenza. Inhaló y exhaló tratando de calmarse.

Más al llegar con sus desayunos ambos tuvieron una buena conversación, donde hablaban más a menudo de sus vidas. Parecía que darle una oportunidad al azabache no sería tan malo.

– Entonces así fue... No me sorprende no enterarme de todo. Después de todo por lo que se solo se hizo famosa la noticia en Inglaterra. – hasta hace un rato estaban hablando de cómo había terminado ahí, el trágico final de esa boda.

– Si, supongo que fue eso. En cierto modo me dio ventaja que no supieras nada... Dime. – quería preguntar algo importante, pues se notó en como suspiraba levemente. Draco solo asintió en espera de su pregunta. – ¿Por qué no estás saliendo con alguien? Quiero decir, apuesto que muchas personas trataron de estar contigo, y se que los betas más que nadie lo trataron. –

Se quedó pensando perplejo. – No lo sé, algo no me permitía estar con alguien más. Era estresante. – sonrió sin gran importancia. – ¿A ti también te dolió estar sin mí?

El azabache sintió su garganta cerrarse. Si, el también había sufrido. Pero sabía que no tanto como aquel Omega. – Si, pero creo que menos que tú. ¿Como estuviste todos estos días? – por ratos meditaba mejor sus palabras, sentía que no eran las correctas. Y eso lo desesperaba más.

ROJO COMO UN HILO [en correción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora