|Capítulo 12|

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Sonreí con gran felicidad, hasta ahora no había recibido queja alguna por su parte y honestamente me sentía estupendo.

Si, mejor palabra no existía para definir mi orgullo.

Rosas, chocolates, joyas, aquel peculiar collar de serpiente, muchas más cosas. Si, quizás estaba mal conquistarlo mediante cosas materiales e incluso magia. Pero realmente la situación es mejor de lo que uno cree.

No sólo me dedico a eso, también a enviarle cartas donde plasmó el gran enamoramiento que tengo, es más, hay veces en que lo visito. Pero parecieran que predice el futuro ya que nunca está presente en su casa, es más como si me quisiera evitar . Sin embargo, hoy quiero ir a verlo, espero que no esté ocupado.

- Harry, ya reacciona y ayudame con esto. - olvidé mencionar que Hermione y Ron vinieron hasta aquí, aunque bueno. Ron no está conmigo ahora debido a que debe estar con su pareja, grande fue mi sorpresa al saber que ya tiene ocho meses de embarazo. Y hay es cuando me doy cuenta de que el tiempo ha pasado demasiado rápido para mí gusto.

Y bueno, actualmente trabajamos en un café muy conocido, para suerte tengo experiencia para esto. Después de todo también conseguí el trabajo por haber sido el salvador del mundo mágico y ex-auror. Soy como la atracción del lugar...

Eso no suena tan bien.

- Si, lo siento Herm. ¿A que mesa? - pregunto para llevar el pedido, un pastel de fresa y un pie de limón. Acompañados por nuestros cafés más pedidos.

- Mesa cinco, apúrate que ya llevan buen rato esperando. - eso hago, me apresuró y justo antes de salir Hermione me interrumpe. - Sabes, mejor yo lo llevo. Encargate de lo demás. - sonríe levemente con gran nerviosismo. Y ahí me doy cuenta de que algo sucede.

- No, no te preocupes Herm. Yo sí puedo.

Ella ríe levemente y asiente. No creo que sea tan malo lo que vea, después de todo no insistió mucho. Camino con pasos tranquilos hasta llegar a esa peculiar mesa, solo veo el rostro de una persona ya que la otra está escondiendo todo su rostro detrás del menú.

- Su pedido, jóvenes. - acomodó los platos y el café. - Buen provecho.

La persona que estaba cubriendo su rostro deja de hacerlo y me contesta. - Gracias.

Me quedo estático al igual que esa persona. Draco está en frente mío, con quién sabe quién, mientras se nota nervioso. Debe estarlo, quizás no somos nada pero verlo con alguien más hace que la sangre hierva en mi sistema.

- Disculpe. ¿Necesita algo? - pregunta aquel desconocido, yo lo ignoro solemnemente.

- Draco, que sorpresa. - siento como vuelve a tensarse y me ve fijamente tratando de mantener una sonrisa.

- Harry... Si, que sorpresa. - alguien que me ayude a describir este sentimiento. ¿Que hace el aquí con este tipo? Jamás lo he visto y creo que lo quiero matar. - Te presento a Éttiene, es... Mi cita.

El rubio se notó incomodo ante tal revelación, sin si quiera notar el enojo que que presentó el azabache.

Y antes de que se avalance ante a aquel chico castaño, siente que alguien lo llama.

- Harry, por favor ayúdame con esto. - se dio un golpe mental y comprendió que estaban en su restaurante y debía dejar de pensar en tonterías. Removió su cabeza y trato de pensar en blanco, pensar en el solo hecho de que ya había perdido le dejaba un desagradable dolor de pecho.

- Voy, Herm. Bonita noche, que la pasen bien. - dijo antes de retirarse un tanto decaído, pero botando fermonas de enojo.

 - dijo antes de retirarse un tanto decaído, pero botando fermonas de enojo

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- Se aburrió de mi, no hay respuesta más lógica. Pero claro que sí. Ya no envía rosas, cartas o esas cosas cursis. - el rubio susurraba un tanto harto mientras daba vuelta en su habitación, sin notar la presencia de su mejor amiga. quien se encontraba leyendo tranquilamente.

- ¿De quién hablas, Dray? - decidido por fin hablar y bajo su revista con una sonrisa pícara. - No me dirás que ya caíste rendido ante los brazos de Potter... ¿O si?

Agitó sus pestañas con gran atención y esperando un respuesta. - No... Estaba hablando de... Éttenie, ujum. De él.

Aunque su respuesta no sonaba tan convincente la pelinegra asumió que era cierto. - ¿Que le ves a ese... Francés? Es decir, si es lindo hasta cierto punto. ¿Pero y si luego encuentra a su destinado? Quedarás como segundo plato. - sin darse cuenta su mejor amigo había bajado la mirada con pena y vergüenza.

- Está bien Pans, seré sincero. Desde que vio a Harry me dijo que no podíamos estar ya que yo tenía, además de su olor impregnado, también su marca y era injusto por qué lo vio triste. Y después de eso el idiota de Potter ya no volvió a aparecer, realmente no quería eso... ¿Pans, y si realmente me he enamorado nuevamente de Potter?-

El rostro de la pelinegra era una perfecta pintura, la boca tan grande, al igual que los ojos, y sintiendo como la euforia se adueñaba de su rostro su sistema entero.

- ¡Eso es magnífico! - dio un gritito de felicidad y empezó a cantar. - te gusta Potter, te gusta Potter. Y a Theo le gusta Longbottom, ambos están enamorados de unos leones~

Draco empezó a reír y le pidió que se calmará. - Oye, ya basta. - escucharon los pasos de alguien y ver la figura de Nott apoyada en el marco de la puerta no se les hizo para nada inesperado, a excepción de que estaba respirando fuerte y entrecortado.

- Apurense, bebé, Blaise, casi. - sus amigos lo vieron un tanto incredulos hasta que reaccionaron por sus palabras. El castaño trato de no desmayar al igual que los otros.

El bebé, de Blaise Zabini y Ron Weasley, estaba por nacer. Y no era para nada una situación tranquilamente común.

ROJO COMO UN HILO [en correción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora