Capitulo 8. Rojo sangre.

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—línea de ayuda, ¿Cual es su emergencia?

—mi esposo— sueno desesperada. —ha desaparecido. Ayúdenme por favor. —la voz me tiembla y me tiro a llorar como histérica.

...

By Asmodeus

—señor, en el sur, ya no nos queda nada

—¡Maldita sea!—ruge furioso, Alexander. —¡Busquen bien, carajo! ¡Quiero la cabeza de esos imbéciles!

—s...si señor—le hace una reverencia y sale escopetado de la sala.

—¿Sabes que nos quieren poner nerviosos, verdad?— me dirijo hacia el— oriente se quema al igual que casas vecinas, bodegas y burdeles, incluso la pista que conduce a ellos es demolida de la noche a la mañana.

—si continúan así, los siguientes seremos nosotros y eso no lo voy a permitir — murmura recargado en el sillón, con la mano tocándose el tabique de la nariz.

—ni yo, hermano, pero...—me siento a su lado —tenemos las pistas, hagámoslo nosotros mismos.

Me ve como si fuera loco.

—ah si, claro. Sirvámonos en bandeja de plata a esos cabrones. ¡Ni siquiera sabes que quieren!

—pues yo voy a ir, no pienso quedarme de brazos cruzados —me levanto y camino a la puerta subiéndome las mangas de la camisa. Lo escucho suspirar.

—voy contigo.

—yo igual— Killdrem asoma la cabeza por la puerta mostrando una gran sonrisa de oreja a oreja.

...

—van por la azotea— hablo por el audífono inalámbrico. Piso el acelerador al fondo, los voy a alcanzar.

—¿Que? ¿Brincan? — Alexander pregunta agitado. El corre detrás de ellos.

Los veo saltar de un edificio a otro sin mirar siquiera al suelo. Parece un día de campo para ellos. Van todos de negro, cubren su cara con pasamontañas. Pero es fácil reconocer a una mujer entre ellos.

—¡Si!—saco la pista y bajo el vidrio.

—Tengo a la mujer en la mira—habla Killdrem. Él esta escondido en el edificio enfrente, apuntándoles.

—¡Mátala!— le ordena Alexander.

Escucho su disparo y la gente en la calle corre a esconderse gritando histéricos. Ellos siguen saltando y van sacando sus armas de entre sus ropas.

—Haz fallado —le regaña, Alexander.

—no, no lo he hecho— nos quedamos mudos de repente.

—mierda, no son humanos.

—¿no te habías dado cuenta?, saltan como...

—¿Serán licántropos?

—yo creo que más bien son vampiros

—son como nosotros, son demonios — afirmo. Preparo el arma y disparo. He fallado, creo.

La línea se vuelve a quedar en silencio.

—si entran en la bodega, ya la hicimos, los acorralaremos ahí.

Y en efecto, entran e inesperadamente todos voltean al mismo tiempo hacia mi y disparan a mi auto llenándolo de hoyos en un instante. Me meto a una calle. Escucho sus risas a lo lejos. Golpeo del volante. Debí blindarlo.

—los tengo— ríe, Alexander.

Vuelvo a encender el auto, pero solo alcanza a dar la vuelta y se apaga haciendo ruidos extraños. Vale, toca caminar. Bajo pateando la puerta. Atravieso la cera sacando la llave, abro la puerta de la bodega y al poner un pie dentro esta explota en mil pedazos. Salgo volando metros atrás. La pistola cae unos centímetros adelante de mi. Un molesto pitido me aturde unos momentos. Veo la gente chismosa asomarse despues del ruido.

Pacto Perfecto 2. La Dark Room. (+21) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora