08 Before you go

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Sentir los rayos de Sol en la cara se siente bien cuando sientes que la oscuridad te absorbe con el pasar de los segundos.

Acompañado de un largo suspiro, Igor enterró sus dos manos en el césped, el cual se movía gracias a la brisa que corría juguetona por las montañas. Escuchar el sonido de las hojas danzando por el viento y algún que otro pajarillo cantando alegremente lo transportaban a ese día tan querido y a la vez tan difícil de recordar.

El ciborg giró su rostro hacia la izquierda, encontrándose a Carlo tumbado a su lado. El italiano hizo lo mismo cuando notó que Igor lo miraba y una sonrisilla se dibujó en sus labios cuando los ojos de los dos enamorados volvieron a encontrarse. Igor juraría que podía sentir los dedos de Carlo entrelazándose con los suyos pero la imagen del joven desapareció con un simple parpadeo. Entonces Igor cerró los ojos, respirando profundamente.

Las palabras de su creador sonaron en su cabeza. «Lealtad o muerte», se repitió. «Tu vida no te pertenece, no tienes el derecho a enamorarte de otra persona». Un fuerte dolor en el pecho hizo que su garganta se cerrase y su estómago se contrajera. Toda su vida se había dicho a sí mismo que él había sido creado por una razón y que por esa razón moriría pero después de conocer a Carlo, Igor dudaba sobre si quería dar su vida tan fácilmente.

El ruso no entendía por qué sentía tantas cosas por una persona, si nunca nadie logró despertar ese lado que se suponía que estaría apagado para siempre. ¿Fedor había fracasado en su intento de crear la máquina perfecta o es que Carlo tenía un poder que nadie más tenía? Él había visto en varias ocasiones como las personas se prendaban del italiano con sólo verlo pero a Igor eso siempre le pareció un detalle insignificante.

Carlo era bello, sí, pero lo más hermoso era su interior. Su personalidad fría, inalcanzable y orgullosa. Su mente inteligente y calculadora, un hombre de sangre hirviente que a veces le costaba reprimir sus impulsos... Y a la vez tan leal, tan pícaro y cercano, compasivo a veces. Cuando estaban los dos juntos se volvía cariñoso, protector e incluso tímido. Si juntabas todo esto, su belleza física no era más que el broche final.

Cansado, Igor se vio obligado a abrir los ojos de golpe. Llevaba un par de días durmiendo mal y el dolor de cabeza incrementaba cada vez que pensaba en el italiano pero la llamada que hacía vibrar su teléfono era importante, así que no le quedó otra opción que responder.

— ¿Diga? — preguntó mientras frotaba sus ojos.

— Птица полетит через четыре часа — dijo la voz al otro lado del teléfono.

(*) El pájaro volará en cuatro horas.

— Ты уверен? — Igor se puso en pie, sacudiéndose un poco la ropa.

(*) ¿Estás seguro?

— Да. Ястреб возле гнезда — contestó la otra persona.

Guerra ❇ CarligorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora