15 Never forget you

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Escondido bajo el hueco de la escalera, Igor esperaba pacientemente. La oscuridad de la noche lo resguardaba en aquel espacio cubierto por escalones de metal que llevaban hacia el lugar en donde Carlo y él llevaban meses viéndose en secreto.

Miró el reloj de su teléfono móvil, el cual indicó que estaban cerca de dar las dos. Un largo suspiro abandonó sus labios, pues el hombre de origen ruso se lamentaba de que su pareja y él no pudieran llevar una vida normal por culpa de su condición; por el hecho de ser el esclavo de alguien más.

En otros tiempos, ser propiedad de aquel que se declarase su dueño era motivo de orgullo para Igor, a quien se le preparó desde que era muy pequeño para que sirviese y fuese leal a quien le comprase. Sin embargo, desde la aparición del joven Gambino, su vida había dado un cambio radical.

— ¡Buh!

Igor notó cómo su corazón se detenía de golpe al sentir unas manos ajenas sobre sus hombros, empujándolo. Giró rápidamente su cuerpo para encarar al culpable de que se haya asustado, encontrándose con el chico de ojos azules al que estaba esperando.

Una sonrisa pícara asomaba en los labios de Carlo, quien parecía contento por lo que acababa de hacer. Igor frunció el ceño y sin dejar tiempo para que se explicase, comenzó a golpear el cuerpo ajeno.

— ¡Ay, ay, para! — se quejó Carlo, siendo arrinconado contra la pared —. ¡Era una broma!

— ¿Una bromitia? ¿Acaso eres un bufonsitio o quié te pasa?

Igor siguió dándole suaves empujones al rubio hasta que la espalda de este tocó el muro. Carlo no pudo evitar soltar alguna que otra risilla, tentado por la actitud amenazante del mayor.

— ¿Me vas a castigar? — preguntó Carlo en un tono meloso.

— Sí, me voy a ir y te vioy a dejiar solo.

— ¿Ah, sí?

— Sip.

Los ojos de Igor se abrieron de la sorpresa cuando Carlo sujetó el cuello de su abrigo para atraerlo hacia sí mismo, juntando los labios en un intenso beso que los dejó a ambos sin aire.

En busca de oxígeno, los dos amantes se separaron, quedando a escasos centímetros de distancia. El vaho que abandonaba sus bocas a causa del frío chocaba contra la piel del otro, causando una sensación que ninguno sabía describir pero que a ambos les encantaba. Entonces, Carlo dio otro corto beso sobre los helados labios de Igor antes de rodear su cintura y fundirse en un suave abrazo.

— Te echaba de menos — susurró el italiano, escondiendo su rostro en el cuello del moreno.

— Yo también te he echiado de menios, Carlo — contestó Igor, devolviendo el abrazo con algo más de fuerza —. Te he echiado mucho de menios. ¿Estiás bien? ¿Has venido con Jose?

Guerra ❇ CarligorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora