Valentina
Presenciabamos el entrenamiento a puertas cerradas del AC Milán, bueno yo paseaba con Chloé por el lugar mientras comía algo de chocolate.
Llegamos a la tribuna del estadio, como era de esperarse Oliver estaba allí y por alguna razón no me gustaba estar aquí teniéndolo a el presente.
— ¿Veniste? – me pregunta Maia y río.
— casi no lo hago pero si – respondo y le doy un beso en su mejilla.
— que bueno es verte... ¿Cómo está la reina de la casa? – dice acariciando la mejilla de mi bebita.
— quisiera pedirte que me ayudes con esto de su bautizo, ya hablé con Agus y también nos dará su apoyo –.
— si yo con mucho gusto lo voy a hacer – sonríe y nos centramos en los jugadores que están en la cancha.
Después de una hora y más el entrenamiento llega a su final y estúpidamente me centro en Oliver a quien una mujer de unos veintisiete o veintiocho años se le acerca y ríen entre ellos mientras hablan de alguna cosa.
Oliver deja un beso en su mejilla y se aleja, no le doy más atención y diría que enojada tomo mis cosas y empiezo a caminar buscando salir del complejo deportivo y encontrar mi auto para volver a casa.
Coloco en su lugar a Chloé y la aseguro, me alegra que se haya dormido. Regreso al piloto y para distraer mi mente pongo algo de música ya que estoy tan enojada, ni si quiera se por que pero hasta un ataque de ansiedad se me está presentando y si no respiro o calmó mi mente me voy a volver loca.
...
Me siento en el sofá mientras juego con Chloé.
— hija que bueno que hayas llegado, tengo que irme de urgencia a Roma, mi hija Alyssa enfermo y debo cuidarla – mi sonrisa desaparece al escuchar las palabras de Elena.
— vete tranquila, pero cuídate mucho por favor – digo.
— podrás hacerte cargo de todo al menos por dos semanas – asiento y nos abrazamos.
— yo lo voy a hacer, no te preocupes – digo.
— cuídate y cuida a mi princesa cariño –.
Se despide y sale de la casa, enciendo la TV y escucho las noticias mientras continuó jugando con mi pequeña.
— mami te quiere mucho y lo sabes – digo soplando en su pancita.
Sus pequeñas risas empiezan a salir y siento que moriré de ternura y amor.
— ¿Quieres comer?... Es hora de comer por qué la bebé tiene que irse a dormir..., Vamo' a comer – la tomo en brazos y convierte su cara en un gesto que me hace reír.
El timbre de la casa suena y como estoy sola con mi hija un poco de miedo me invade y ni si quiera se por que.
Raro no era, simplemente no era normal por qué según yo no espero a nadie.