12. ¡Valentina!

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La desesperación en mi era cada vez más grande, sentía que el cielo caería sobre mi, sentía un gran vacío en mi pecho y un gran remordimiento que me tenía llorando en los brazos de Maia.

Oliver se fue, ni si quiera le importo lo que le dije, lo único en lo que pensó de nuevo fue en decirme que me odiaba por haberle ocultado a nuestra hija y que cuando todo esto pase me la quitaría.

Eso era lo que menos me preocupaba ahora, de todos modos el único que perderá será el, a mi lo único que mi interesa ahora es que me digan que mi hija está bien y que todo paso.

— allá viene el doctor – dice Samuel y me pongo de pie rápidamente.

— hicimos todo lo que pudimos, esta bien, es una bebé muy fuerte sra. Solberg – sintieron eso, es mi corazón que acaba de volver a mi pecho.

— ¡Voy a llorar! ¿PUEDO VERLA? – pregunta con una sonrisa y limpiando las lágrimas que caían en mi rostro.

— claro que si, dentro de unos minutos la llevaré conm...

— entraré yo, Valentina lo hará después – observó a Oliver desconcertada y el no hace nada más que mirar al doctor.

— ¿Qué?.

— soy el padre de la bebé, tengo que estar ahí con ella.

— y lo harás después de mi – contestó mostrándome fuerte y firme.

— te dije que no y es no, suficiente tengo con lo que hiciste, yo entraré y se acabo el tema – me grita y Samuel solo me toma del brazo y me aleja.

— dejalo que lo haga, tu lo harás después – rio irónicamente.

Oliver se aleja con el doctor y yo, pues a mi nadie me dirá que hacer y que no, mi hija es mi hija y antes de cualquiera estamos ella y yo, así que iré atras del doctor le moleste o no a Oliver mi presencia.

Ni si quiera se en que momento decidió volver al hospital.

Al salir de la habitación el doctor me observa y sonríe.

— me alegra que no se rinda – bajo la mirada y el mismo me abre la puerta para que yo entre.

Oliver me mira y resopla de inmediato, no nos prestamos más atención y caminamos hacia la enfermera que tiene a mi hija.

— ¿A quien se lo entregó? – pregunta la mujer.

— a mi, yo soy la mamá...

— claro que no, yo vine primero y aparte ella es mi hija – se apresura a tomar a la bebé en brazos y no puedo molestarme, no debo hacerlo.

Respiro profundo y levanto la mirada para ver la segunda imagen más tierna de mi vida. Mi hija y su padre.

— exactamente, ¿Qué pasó? – pregunta.

— la descuide.

— ¿Y qué no te das cuenta de lo que haces o que? – benditos los hombres que no usan la cabeza para algo bueno.

— a ti eso no te importa, es mi hija.

— pues quien te la hizo fui yo así que cierra la boca por que también es mi hija y claro que me importa.

— tengan la bondad de bajar la voz, Chloé no es la única bebé que tenemos aquí – nos llama la atención la enfermera que está con otros dos bebés a metros diferentes.

— ¿Me la das?... ¡Por favor! – digo esperando un lado amable o compadecido.

— horas han pasado desde que estas sin ella y ya no puedes vivir ¿Verdad?, imaginate cómo me siento yo ahora que se que me perdí todo el embarazo, su nacimiento y estos últimos meses, no pensabas en nada más que en ti, eres una egoísta – ay no, otra vez voy a llorar.

— pensaba también en ti y en tu familia, no soy una egoísta – bajo la mirada.

— en la única persona que debías pensar es en esta pequeña niña, ella merecía tener a su padre con ella, no lejos de ella.

— no me puedes recriminar nada.

— claro que puedo y lo haré hasta que te pese la conciencia por haberme lastimado de esta manera y no solo seré yo el que lo recuerde a diar...

— dame a mi hija o te prometo que en cuanto salgamos de este hospital no vuelves a saber nada de nosotras o al menos de ella.

— ¡Valentina!.

— damela.

— no es un objeto y ella está muy bien conmigo, espera tu turno.

— ¡Oliver!.

— calla madre primeriza por qué aquí hay muchos bebés más que no merecen tus gritos, incluyendo a nuestra hija –.

Pero es más mi culpa por decirle algo que no merecía saber.

Eres; Olivier GiroudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora