8.

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— Valentina – preciona su puño y le miro asustada.

— Oliver... ¿Que haces aquí? –.

— pensé que no quisieras estar sola, ya se que tú y Samuel no están en nada serio aparte de su hija... ví que Elena se fue con maletas – no sé si tener miedo por qué sabe que Samuel y yo no somos nada o por qué sabe de mi vida tanto.

— eh... mmm... Pasa – me hago a un lado y lo dejo pasar cerrando la puerta.

¿Que acabo de hacer? Debí decirle que se vaya, el no tiene que estar cerca de mi, arruinar todo es tu pasión Valentina.

Quisiera pensar bien las cosas antes de dar un si y no pasa, todo es tan confuso en mi vida aparte de problemas.

— me he dado cuenta...

— ¿Quién es la mujer con la que estabas hoy en el entrenamiento? – alguien que me amarre la lengua por favor.

— Alina – yo que se, solo busco saber quién era.

— si esa –.

— una amiga... ¿Por qué? –.

— no por nada... Simple curiosidad – sonríe y esquivo su mirada.

Le doy un beso a mi hija en su frente y la dejo en su cuna, me encanta tener está cuna por qué la puedo llevar conmigo a dónde quiera debido a que es muy pequeña y demasiado cómoda.

— iré a preparar algo de comida, puedes verla por mi – digo algo nerviosa.

— si, ve tranquila – y es que nada malo puede pasar por qué aparte de que sea Oliver y esté casado con Jennifer y tenga cuatro hijos, debemos tomar en cuenta que mi hija también es suya solo con la diferencia de que el no sabe.

Preparo los ingredientes que necesito para hacer una pasta, soy una máster en la cocina, me invento cosas así que no me digan nada.

La curiosidad de saber por qué mi bebé acaba de reír me invade así que con cuidado camino y me quedo alado de la mesada mirando a Oliver con Chloé en brazos.

Debería ponerme a llorar, esta escena quedará en mi cabeza hasta siempre, lo prometo.

Ejem ejem, ¿Que estoy haciendo?.

Regreso a la cocina y si, voy a cocinar, la última vez que lo hice fue el lunes pero lo que se aprende no se olvida así que manos a la obra.

— ¿Que haces? – pregunta y doy un pequeño salto del susto.

— no me vuelvas a hacer asustar – digo muy seria.

— no soy el hombre más feo del mundo Valentina – suelta una risa y dejo lo que estaba haciendo a un lado.

— pero no sé entra a la cocina de esa manera y menos cuando tengo un cuchillo en manos y estoy cocinando –.

— ¿Por qué? – suspiro frustrada.

— ¿Por qué eres tan difícil? – pregunto y ríe.

— Chloé se durmió y el único difícil aquí es el clima por qué quiero frío y hace calor – toma asiento en uno de los taburetes y río.

— ¿Quieres agua de limón con hielo? – soy amable, no hay que ser dercostes.

— limonada –.

— no empieces Giroud – hago una mueca.

— no empiezo, solo era un por decir – río.

— pues no lo vuelvas a hacer –.

— acepto el agua con limón – es que no puedo.

Esto está siendo demasiado fuerte para mi y si no lo saco de mi casa voy a terminar con otro hijo en la panza y no quiero eso.

Se supone que ya no debería tener esta actitud ahora mismo pero está siendo tan difícil que con solo mover su dedo meñique me está poniendo nerviosa.

— ¿En qué piensas? – se pone pie y dejo de mirarle.

— no nada – contesto y salgo de mis idiotas pensamientos.

Le pongo el agua de limón en vaso con hielos y se lo extiendo, está tan concentrado bebiendo mientras que yo aquí estoy dejando caer la baba por qué esto es demasiado hermoso, todo lo que haga o venga de el es hermoso.

No puedo más.

— no quiero ser descortés... Pero puedes irte por favor, estás siendo demasiado... bueno no puedo con tu presencia – digo dándome la vuelta y volviendo a picar las verduras.

— ¡Valentina! –.

— ¿Qué? – contesto sin mirarlo y lo escucho reír.

— no me iré –.

— ¿Por qué? – me doy la vuelta y me encuentro con Oliver tan cerca de mi.

— por qué está vez ya no dejaré que te vayas – se acerca acariciando mi mejilla.

— no no, es que nada de lo que pasó estuvo bien y ya no volveré a cometer los mismos errores del pasado – esquivo su mirada e intento distanciarme.

— Jennifer no es un obstáculo ahora y mis hijos menos, ellos entenderán que mi felicidad está aquí contigo – basta, que pare de calentarme el oído.

— yo tengo una hija y mientras Jenni exista yo no volveré a cometer los mismos errores, aparte ya no quiero quedarme más sola de lo que estoy ahora – su expresión cambia y aprovecho para alejarme de Oliver.

— ¿Por qué lo dices? – pregunta.

— por qué cuando deje de verte y me fui a Noruega por mi familia, me dijeron que ellos no habían criado una zorra, entonces se olvidaron de que tuvieron una hija y ahora estoy sola, Daniel había roto conmigo y tú hiciste lo mismo y hasta de una peor manera – bajo la mirada y respiro buscando aire por qué estos temas son los que me hacen llorar.

— pero no estás sola –.

— tengo a mi hija, tengo a Samuel, a Maia y a Elena, son lo único que me queda –.

Eres; Olivier GiroudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora