Una traición bajo el velo de la noche

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Las estrellas comenzaban a iluminar el cielo cuando Camelia saltó desde su ventana para caer con gracia y delicadeza sobre los escombros del suelo varios metros más abajo. La capucha de su ajustado traje de piel calló descubriendo su rostro a causa de una repentina ráfaga de viento helado, sus antebrazos estaban hechos de una material especial a prueba de balas, llevaba también unas botas sin tacón que le permitirían moverse rápida y silenciosamente entre los escombros.

Una vez que Camelia estuvo fuera de la zona que controlaba el cuartel comenzó a correr, el camino era largo y aún así debía recorrerlo en menos tiempo del que había hecho horas antes en auto.

Para cuando finalmente la joven llegó a su destino otras dos personas ya la esperaban ocultas entre las sombras  a una distancia prudente de la entrada principal de aquel campo de exterminio.

-¿Qué comes?- La silueta de menor tamaño se acercó dejando entrever sus finos rasgos gracias a la escasa luz que se proyectaba desde los faroles del establecimiento que estaban por destruir.

-¿A qué viene la pregunta?- Camelia volvió a colocarse la capucha que no se había molestado en recolocar desde su partida.

-Tú resistencia para recorrer una distancia tan larga es asombrosa, además no veo que estés cansada en absoluto.- Vera examinó con suma curiosidad a la joven sin borrar la sonrisa de su rostro.

Camelia hizo una mueca entre divertida y molesta, siempre había considerado guapa aquella mujer, era delgada, demasiado de hecho, tenía unas curvas bien marcadas y unos pechos sobresalientes que siempre se aseguraba de lucir de la mejor manera, sus piernas y brazos largos eran suaves, su cabello rizado y siempre en constantes cambios de color era divino, las pecas que sobresalían en sus mejillas y en su nariz igual, además de que lo más atrayente de ella eran las prótesis de colmillos de oro que en estos momentos resplandecían junto con su sonrisa.

Era hermosa sin duda, y Vera estaba consiente de eso, se aseguraba de lucir siempre bien, incluso ahora que estaban por hacer una masacre iba finamente vestida con un traje similar al de Camelia pero con diferencias bastante notorias, por ejemplo sus botas eran de tacón alto y gamuza, llevaba joyas y diamantes decorando sus dedos, además de que en la cintura de su traje colgaba una cola que hacía similitud a un vestido.

Sin embargo, al igual que en los cuentos de hadas en este caso también podía aplicarse lo de "Lo bonita solo sirve para esconder lo mala." Vera podía ser hermosa, divina, toda una diosa en persona pero igual era una de las peores personas que Camelia hubiese conocido, sin embargo la entendía, ambas eran muy similares, solo les interesaba lo que sucediera con ellas, eran egoístas y de una manera algo extraña eso las ayudaba a congeniar.

-Es la práctica querida.- Camelia tronó los dedos. -La comida no tiene mucho que ver, normalmente vivo a base de galletas hurtadas, tartas y tés fríos.-

-Eso podría darte una enfermedad de azúcar en la sangre.- 

Camelia rodó los ojos.

-Y el médico tenía que hablar...-

Robert salió también de su escondite y se acercó a la joven, él era un poco mayor que Vera y sin duda alguna era su complemento perfecto, ambos eran unas criaturas divinamente hermosas, no por nada Camelia sentía una irremediable atracción física hacía aquellos dos llegando a compartir algo más allá que una simple relación de amigos cercanos.

-Tenía que decirlo.- Robert se acercó peligrosamente a Camelia cortando el poco espacio personal que quedaba.

-¿A sí?- Camelia desvió su mirada de los ojos del científico a sus labios y de vuelta a estos.

Lady C. "Orígenes" (Precuela de Nevor Experimento Raven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora