Felicidad inusual, alegría sospechosa

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Cuando Camelia llegó a la sala de conferencias no esperó encontrarse allí con Henry, aunque debió de imaginarlo, en los últimos días él y Zelda a penas y se separaban, cada vez Camelia debía de controlarse al verlos, incluso en sus momentos más empalagosos evitaba que se cruzaran en su campo visual para que no tuviera que salir corriendo al baño más cercano.

Pero ahora que acababa de recuperarse de una operación y una batalla contra un clan no estaba segura de tener las suficientes ganas de autocontrolarse.

De camino hacía aquel lugar algunos de sus espacios vacíos al fin parecían llenarse.

Ahora ya gozaba de una idea más completa de lo que le pasó la noche anterior, pero aún así no estaba de más escuchar lo que aquellos compañeros suyos tenían de versión.

-Hola.- Zelda saludó un poco más animada que de costumbre. 

Camelia alzó una ceja. ¿Era su imaginación o Zelda le estaba sonriendo? Quizá tenía una noticia feliz con su pareja, o quizá solamente había gozado de una buena noche reparadora de humor.

-¿Querían verme?- Preguntó Camelia ahorrándose los saludos, no quería tener que decir un simple hola a Henry, eso si que sería un desperdicio de tiempo y letras, él parecía pensar lo mismo ya que no hizo esfuerzo alguno en mostrarse educado.

-Dijimos que vinieras cuando estuvieras mejor, parecer una maldita momia apareciendo con todo ese envoltorio de vendas.- Dijo Henry recargando su mejilla en su mano.

Camelia rodó los ojos harta.

¿Cómo era posible que un ser humano fuera tan molesto y despreciable como para fastidiarla en tan solo diez segundos?

-No, si quieres me voy, por mi no hay problema.- Soltó Camelia con sarcasmo.

-Por nosotros tampoco.- Agregó Valeska sin apartar su mirada de un joven muy parecido a ella, el cual sin duda era su hijo.

Rara vez se veía al menor en la base principal, pero en ocasiones llegaba junto a un pequeño grupo de demás menores, hijos de soldados que iban a visitar a sus madres y padres, o a algún familiar que allí estuviese.

-Ya, basta, fue suficiente, no hay que pelear tan temprano.- La voz de Zelda se impuso sobre las dos anteriores incluso aunque sonaba más tranquila y dulce de lo habitual. -Camelia quería felicitarte por tu logro anoche, al inicio desconfiamos que nos fueras a traicionar tal como amenazaste en la reunión con los líderes...-

Los ojos de Camelia se entrecerraron, hasta donde sabía ella había mencionado aquello solo a los líderes, pero si Zelda era hija de uno de ellos no debía de ser raro que ya se encontrara enterada con todo lujo de detalles sobre su agradable charla con la cereza del pastel que se encargaba de liderar la rebelión.

-Pero luego vimos que tus intenciones son buenas.- Prosiguió la mujer sin borrar la sonrisa estúpida de su rostro. -Incluso casi mueres por nuestra causa, eso es muy noble de tu parte.-

Camelia se mordió el interior de su mejilla para no estallar en carcajadas, ahora que recordaba un poco más sabía el porque había ido a destruir al clan del cual Zelda la alababa.

Cuando Robert terminó de hacerle lo que tenía que hacer, la despertó y de inmediato le indicó que tenía que usar su poder para que su cuerpo fuera adaptándose de poco en poco. 

Eso hizo, llegó hasta el escondite del clan y atacó.

Al inicio solo había agua manando por todas partes, cosa que no era nada nuevo ya que su don de nacimiento era crear aquella sustancia líquida, pero cuando desapareció del lado de Robert y Vera, solo para reaparecer junto a uno de los miembros más importantes de aquel clan supo que algo en ella ya había cambiado.

Ahora no solo producía agua, sino que podía controlarla, manipularla a voluntad, decir cuanta y donde saldría, podía detenerla y... Usarla para teletransportarse a otros lugares donde igual hubiera humedad.

-...Así que gracias.- Concluyó Zelda.

-Eh sí.- Camelia dejó de divagar. -De nada, ¿ya puedo irme?-

-¿Volverás a huir por ahí como si escondieras algo?- Preguntó Henry y de inmediato Camelia notó que pronto tendría que deshacerse de él, ya comenzaba a sospechar más de lo que podía permitirle y no iba a poner en riesgo a su fuente de información de dotados.

Si tarde o temprano iba a liquidarlo al menos disfrutaría de hacerlo dudar aún más, eso si que sería divertido.

-Y si lo hago...- Camelia miró retadora a Henry. -¿Qué?-

Henry sonrió de medio lado.

-Me encargaré de liquidarte.-

-Adelante.- Camelia abrió los brazos. -Ven por mí entonces, en cualquier momento estaré disponible de jugar contigo.-

-¿Qué parte de que no peleen no han entendido?- Cuestionó Zelda volviendo a ser la misma de siempre.

Camelia hizo una mueca divertida, poco le había durado el encanto de ser amable y buena chica, sin importar como la verdadera naturaleza siempre salía a la luz.

-Lo lamento amor.- Se disculpó Henry bajando la cabeza. -Pero es que ella es muy irritante y me desespera.-

-Los mismo digo.- Camelia se cruzó de brazos. -Además de que él es un idiota.-

-Tú una estúpida.-

-Imbécil.- Gruñó Camelia mostrando sus colmillos.

-Tarada.- Contraatacó Henry.

-Pu..-

-¡Basta!- Exclamó Zelda frotándose la cien. -Si van a jugar a las peleas lárguense a otro lado, aquí tenemos a un menor presente, no merece escuchar sus estupideces.-

-Gracias.- Valeska finalmente destapó los oídos de su hijo quien la miró de mala manera, había escuchado cosas peores, su madre no debería de preocuparse por tan poco, pero se abstuvo de decirlo.

Henry y Camelia intercambiaron miradas nada amistosas antes de ceder y dejar de lado, al menos por esos momentos, su riña.

-¿A mi igual me vas a agradecer?- Camelia se dirigió a Valeska consiente de que está se molestaría por tal hecho, y así fue.

Valeska hizo una mueca.

-Vete a la mierda Camelia.-

-Con gusto, solo si me muestras el camino, dudo poder llegar sola a tus aposentos.-

Si provocar a Valeska fue divertido, Camelia disfrutó aún más ver como se contenía para no dar el mismo ejemplo que ella y Henry frente a su preciado hijo.

-Lárgate.- Fue lo último que le dijo la mujer antes de desviar su mirada ardiendo en cólera.

-Primero me llaman y luego me corren, en fin con la hipocresía.- Camelia se mostró falsamente decepcionada. -Peor hoy estoy de buen humor así que... Les cumpliré su petición.-

Camelia se dio la vuelta y desapareció.

No era que estuviera de humor, de estar bien se hubiese quedado a seguir peleando pero... Finalmente la anestesia parecía haberse acabado ya que su cuerpo comenzó a dolerle horrores, ahora solo quería llegar hasta su cama y dormir todo el día.

Henry analizó a la joven mientras partía e hizo un gesto con la nariz.

-Así que... Camelia Gernay es sin duda una traidora.- Susurró en una voz tan suave que ni siquiera Zelda a su lado pudo escucharlo. -Me alegra que sea así.- Henry se tronó sus dedos. -De tal forma no tendré ningún arrepentimiento de matarte.-

Lady C. "Orígenes" (Precuela de Nevor Experimento Raven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora