La niña que perdió su don

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-¿Qué... Qué van a hacerme?- Preguntó Dahana tímidamente mientras Robert la acomodaba en una camilla y le inyectaba la anestesia que no tardaría en hacer efecto.

-Nada malo.- Respondió Robert para luego girar hacía donde Zelda y Tania miraban sin decir nada. -Señora Suredal, ¿está consciente de lo que esto implica? Su hija puede presentar secuelas, como decoloración de ciertas áreas de su cabello, alergias, problemas con sus órganos, y en el mejor de los casos algunas cualidades sobrehumanas como vista y oídos más agudos de lo normal, entre otros.-

Robert habló en voz baja para que su paciente no pudiera escucharle pero la respuesta de Zelda fue en un tono normal, no alzó la voz pero tampoco hizo intento alguno en disminuir su volumen. 

-Esto consciente de que la vida se me va a arruinar si no hago esto, prosiga por favor.-

-Bien.- Robert le hizo un gesto a su hija para que saliera del lugar con Zelda.

Tania entrecerró los ojos pero no discutió, con paso vacilante le indicó a Zelda por donde ir para llegar a "la sala de espera", sin embargo antes de que abandonara el lugar por completo se giró para mirar a su padre.

-Ni se te ocurra lastimarla.-

Aquellas palabras no eran una amenaza pero sonaron como tal.

La madre de Tania, Vera, siempre había sido una perfecta maestra de las amenazas, incluso cuando no era su intención parecía que las palabras que manaban de sus bellos labios estaban finamente hechas para ser amenazas, y, en ese momento Robert no pudo evitar sentir un escalofrío al ver en Tania un poco de su madre.

Ambas eran igual de sutiles, igual de amenazantes...

Uno no debía de jugar con aquellas mujeres a menos que buscara morir, y no de una buena manera a ser sinceros.

Cuando Robert abrió la boca para responder, su hija ya había cerrado la puerta con suavidad y se había marchado dejándolo seguir con su trabajo. 

Suspirando se pasó una mano por el cabello despeinándolo en el acto.

-Mierda Tania...- Robert se limpió el sudor que comenzó a escurrirle por la frente con un pañuelo, luego se giró hacía el cuerpo que aguardaba estático en la camilla. -Bueno, al menos no eres hija de Camelia, sino... Que me amparen los dioses.-

Los dones eran parte del cuerpo humano, algo así como un órgano que se alimentaba de energía y fuerza para liberar ondas de poder por todo el organismo, gracias a esto esas ondas se moldeaban hasta adquirir un balance que le permitiera a su portad...

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Los dones eran parte del cuerpo humano, algo así como un órgano que se alimentaba de energía y fuerza para liberar ondas de poder por todo el organismo, gracias a esto esas ondas se moldeaban hasta adquirir un balance que le permitiera a su portador manejar aquel don sin necesidad de afectar su salud.

Cada don era distinto, dependía de muchos factores para formarse y adquirir un cierto grado de poder, por ejemplo si la salud del portador era inestable el don que podía formarse en su interior era uno que fuera incapaz de afectarle o robarle más energía de la que él podía mantener. Por otro lado si la persona en cuestión era sana y fuerte, con facilidad podía desarrollar un don que le permitiera aprovechar al máximo la energía, gastarla y volver a recargarla sin problemas. Por igual habían otros factores que influían, por ejemplo el clima, los genes, el tamaño del cuerpo, y por último la personalidad de cada individuo, ya que de esta también dependía el don que desarrollaba.

Lady C. "Orígenes" (Precuela de Nevor Experimento Raven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora