Misión final

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Los soldados se encontraban acomodados en filas que se curvaban formando un círculo perfecto, el cual impedía que los presos atados de manos y pies, colocados en el centro de aquella improvisada explanada, escaparan.

Había más gente de la que Camelia imaginaba, los últimos sobrevivientes que poseían dones letales se amontonaban intentando protegerse lo unos a los otros. Un olor nauseabundo producido por el sudor de la multitud y la sangre regada al rededor del enorme grupo se impregnaba en las narices de todos los presentes sofocándolos a tal punto de que sus expresiones se distorsionaban en muecas y gestos nada agraciados.

Ella se mantenía impasible, parada junto al resto de oficiales de mayor rango, contemplaban la escena que se desarrollaba frente a sus narices.

Valeska a su lado tragó saliva, Camelia pudo notar su vestimenta aún llena de la sangre que había salido disparada luego de que le rompiera el vientre a aquella cambiante para arrebatarle a su bebé, aunque aquello estaba consentido por uno de los líderes de mayor poder, Valeska diría tiempo después que ella misma puso su vida en riesgo con tal de lograr salvar a aquella bebé prematura que ahora permanecía entubada.

Y no solo eso, sino que igual diría y juraría que usó a una dotada sirena para liberar al resto de embarazadas que cargaban consigo a las siguientes soldados que ella misma criaría como si fueran suyas para luego obligarlas a servirle en una organización que se encargaría de explotar al máximo sus capacidades para el bienestar de los dones que una vez estuvieron por debajo de los suyos.

UES.

Ese era el nombre que Camelia había escuchado de la boca de Benjamín cuando caminaban en dirección a la explanada en la que se encontraban actualmente.

UES y UESI. 

Dos organizaciones que nacerían para lidiar con los problemas matándolos, así de fácil, así de brutal.

Todo iba a cambiar en Melien, comenzando por el gobierno y las leyes.

Si bien antes las organizaciones de asesinos no estaban permitidas ahora serían más que legales, tendrían acceso, no solo a la isla, sino que Benjamín planeaba que la UESI tuviera acceso a todo el mundo. 

Cualquiera diría que estaba loco, matar nunca era una buena opción, cualquiera menos Camelia, ella solo encontró aquello algo divertido. Sería interesante ver a las futuras generaciones de asesinas, sería interesante verlas, pelear con ellas, medir fuerzas y saber el tipo de personas que eran.

-Preparen...- 

La orden de Benjamín la sacó de sus pensamientos, notando así que se había perdido una buena parte, o más bien, todo el discurso que lanzó el líder, ahora solo le quedaba fingir que había estado atenta, apuntar tal y como ordenaba, y finalmente... Disparar.

-Apunten.- Los ojos de Benjamín rebozaban de un brillo asesino. -¡DISPAREN!- Exclamó con más entusiasmo del necesario.

Los primeros en apretar el gatillo fueron los oficiales. Las balas salieron como proyectiles, cortaron el aire y posteriormente la carne de los blancos a los que habían apuntado.

El resto de soldados los siguió no mucho después.

Las balas venían de todos lados, los presos estaban desesperados, rogaban por sus vidas, pedían clemencia, suplicaban piedad... No servía de nada, allí nadie estaba dispuesto a ceder ante aquellas personas que consideraban monstruosidades.

El augurio de los gritos le hizo recordar a Camelia el ruido que hacían los animales justo cuando estaban siendo despachados para volverse un rico platillo. 

Lady C. "Orígenes" (Precuela de Nevor Experimento Raven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora