Pistas dejadas a propósito

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-Camelia.-

Los labios de la joven se curvaron en una sonrisa ladina al escuchar su nombre a sus espaldas. Había intuido que Henry vendría, pero no esperaba que llegase tan tarde, incluso llegó a cuestionarse por unos minutos si aquel rubio llegaría a echarle pleito o no.

-Henry.- Dijo en un tono suave y directo.

-Camelia.- Repitió el hombre.

Camelia a penas y pudo evitar poner los ojos en blanco, ella estaba esperándolo para hablar no para ver quien decía más veces el nombre del contrario, de seguir así acabaría perdiendo los estribos, y eso, sí que no sería nada lindo.

-Henry...- Dijo molesta, sin intención de ceder aquella victoria a su contrincante por muy banal e infantil que pareciese. -Oh vamos, habla ya.- La joven lo miró por el rabillo del ojo. -Si no lo haces personalmente te cortaré la lengua y ya no podrás decir lo que sea que hayas venido a decir.- Camelia se tronó uno a uno los dedos y luego, al ver que Henry no hacía más que estar parado mirándola con odio chasqueó la lengua. -Sugiero que te apures, no soy una persona que goce de gran paciencia y hoy no tengo tantas ganas de jugar al confesionario así que anda. Tienes tres antes de que...-

-Traidora.- Gruñó Henry apretando sus puños hasta dejar la marca de sus uñas sobre sus palmas.

-Pero que original.- Se mofó Camelia. -¿No hay algo que yo no sepa y quieras decirme? Eso es más que obvio.- Agregó Con un movimiento desinteresado de muñeca.

-Tú...- Henry tomó una bocanada de aire y luego volvió a centrarse en la joven frente a él. 

El cuerpo de la chica giró de poco en poco hasta posicionarse tranquilamente a la orilla de la cama con los pies colgando por el borde, rozando el suelo tapizado. Henry parpadeó unos segundos confundido, no sabía si estaba o no en lo correcto pero de repente la temperatura del lugar parecía haberse vuelto más fría, y el sonido de una corriente de agua resonaba desde ningún lugar en específico.

Los labios de Camelia se curvaron en una sonrisa ladina al ser clara espectadora del desconcierto tallado en el bello rostro del rubio.

-Haremos esto fácil, ágil y sencillo... Tú preguntas y yo respondo, de nada sirve ya, ocultar la verdad cuando esta ha sido descubierta de antemano.-

Henry tragó saliva y volvió a hablar en un tono más carente de emociones que el que había empleado con anterioridad, Camelia sabía que él era una persona sumamente paciente y el hecho de que ella lo hubiera logrado hacer rabiar hasta el punto de obligarlo a portarse distante era una verdadera maravilla, un gozo culpable que provocaba éxtasis en su cuerpo de tan solo ser consciente de la tormenta que podía generar si así se lo proponía.

-¿Porqué?- Henry intentó mantenerse calmado pero no podía, no cuando aquella mujer era la culpable de muchos de sus problemas, preocupaciones y pesadillas. -¿Porqué nos traicionaste?-

Camelia ni siquiera se lo pensó para responder.

-¿Cuándo juré no hacerlo?- La expresión reflejada en el rostro de Henry se trastornó y Camelia no pudo evitar soltar una suave risita. -Lo hice por y para mi propio beneficio. ¿Porqué más sería si no?-

-¿Qué tanta información has vendido al enemigo?- Preguntó Henry sin ceder.

-Antes que nada hay que aclarar algo.- Camelia alzó su mano y elevó uno de sus dedos para señalar mejor sus puntos. -Primero, son sus enemigos, míos no, para que yo considere a alguien enemigo debe de hacer algo realmente malo o que ponga en riesgo mi posición. Segundo...- Un segundo dedo se elevó.  -No he vendido ninguna información, sencillamente la he intercambiado o regalado, es más fácil lograr obtener algo a cambio si lo hago de tal manera. Ahora, respondiendo a tu duda... Toda, les he dado toda la información que tengo a mi disposición y si lo que vas a preguntar es si me arrepiento la respuesta es no.- Agregó rápidamente Camelia al ver como Henry abría la boca para volver a preguntar.

No pasó mucho tiempo en silencio para que Henry reanudara su interrogatorio.

-¿Qué obtuviste a cambio por traicionarnos?-

-Pronto lo sabrás.- Contestó Camelia relamiéndose los colmillos que recién habían aparecido. 

-¿Sabes que fuiste muy descuidada?- Henry estaba atento a todos y cada uno de los movimientos de la joven, por lo cual ni siquiera se dignó a bajar la mirada cuando sintió que un líquido comenzaba a llegarle a los tobillos por encima de las botas. Estaba al tanto del poder de creación de agua que Camelia poseía y por ende insinuaba que podía estar usándolo como distractor. -Si tan solo no hubieras dejado pistas demasiado visibles de que estabas haciendo algo sospechoso jamás hubiera dudado de ti, fue fácil dar con que algo escondías desde el momento en el que comenzaste a ausentarte.-

Esta vez Camelia no se suprimió y comenzó a reír como loca mientras aplaudía en el aire aclamando falsamente a Henry.

-Esa fue buena debo admitir.- Dijo luego de que logró recomponerse y volver a adquirir su compostura. -Creí que incluso un genio como tú se daría cuenta Henry.-

-¿Qué quieres...?- Sin embargo Henry no se atrevió a terminar la pregunta una vez que su mente dio fácilmente con la respuesta que había pasado por alto de forma brutal. Su ira aumentó aún más, no sabía que podía estar tan molesto con alguien hasta ahora. Su mandíbula estaba tensa y apresaba a sus dientes, los cuales emitían crujidos. -Todo fue planeado.-

-Exacto.- Camelia recargó su cabeza sobre su mano izquierda. -Esas pistas por las cuales me culpas por descuidada no son más que pistas dejadas a propósito para que mi pequeña e inocente presa cayera en la boca del lobo, justo como ahora.-

 La joven se levantó de la cama y comenzó a caminar en círculos por todo el perímetro de su habitación, justo como haría un depredador amenazante con su víctima. 

-De verdad me siento decepcionada Henry.- Camelia siguió su andar. -Las coloqué con tanto esmero en espera de que descubrieras que solo eran un trampa y... Me fallas.- 

La cabeza de Camelia se movió a la par que su expresión se mostraba falsamente decepcionada, la verdad era que esperaba el resultado actual pero igual no se había permitido menospreciar a Henry, ahora se arrepentía de haberse tomado la molestia de preparar tan meticulosamente todo solo para que él quedara atrapado tal y como lo haría el resto.

Era patético.

Henry era patético.

Todo había comenzado con sus salidas nocturnas, tal y como Henry había mencionado, Camelia se encargo de que solo él se diera cuenta en un principio. Pasaba por un camino que era visible desde la ventana del cuarto que él compartía con su querida Zelda y dejaba que la viera. Lo siguiente fueron las palabras mezcladas que soltaba durante sus oraciones y que, si eras lo suficiente observador de inmediato te percatarías de que aquello insinuaba que eras traidora o escondías algo. Lo tercero consistió en hacerlo desconfiar cada vez más con actos y escenas que dejaban con más dudas que respuestas. 

Le ofreció distintos puntos y pistas para guiarlo hasta aquel momento, le regaló razones para que la odiara y desconfiara, en resumen planeó todo para conducirlo hasta ella en el momento adecuado... Para el momento en el finalmente se dispusiera a matarlo.

-Zelda confiaba en ti.- Soltó Henry de repente. Se sentía avergonzado y con un odio hacía sí mismo por haber sido tan poco perspicaz, así que había optado por buscar una forma alterna de reparar su error a pesar de tener el tiempo contado.

-Una lástima que yo no en ella.- Los pies de Camelia finalmente se detuvieron, quedando ella nuevamente frente a Henry. -Hace rato preguntaste que que ganaba yo delatándolos a ustedes, te dije que lo sabrías pronto, así que... -Camelia hizo un ademán con su mano y el sonido del agua corriendo cesó de golpe. -Permíteme mostrarte.-

Un resplandor azulado se expandió por todo el suelo debajo del agua que se había acumulado, Henry se puso en guardia listo para atacar y defenderse, pero antes de que tuviera otra oportunidad para pensar en algo, el agua que lo rodeaba comenzó a tragárselo sin permitirle realizar un nuevo movimiento hasta que fue demasiado tarde.

Lady C. "Orígenes" (Precuela de Nevor Experimento Raven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora