Regaño por robar la gloria

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-¡Eres una estúpida! ¡¿Cómo carajos se te ocurre hacer eso?!-

Camelia rodó los ojos, llevaba todo el camino desde su habitación escuchando aquellos reproches por parte de sus dos compañeras y ya estaba más que harta, con una vez que se lo dijeran lo entendía, no necesitaban repetírselo tanto como para que se lo memorizara.

-Tendrás suerte si solo te bajan de rango.- Agregó Zelda ignorando por igual los gritos estrepitosos por parte de Valeska.

-Sigan soñando.- Respondió Camelia consiente de que los líderes jamás harían eso, o más bien los obligaría a no hacerlo, sabía que podía y de necesitar hacer uso de sus capacidades lo haría sin dudar, poco le importaba que vieran el tipo de persona que era.

-Detesto eso de ti.- Escupió Valeska sin esconder su odio y coraje.

-Basta ya.- Zelda miró de reojo a Valeska y luego se detuvo frente a la puerta que las separaba de la sala de reuniones donde habían sido convocadas, o más bien, donde Camelia había sido convocada. -Hemos llegado.-

-Con su permiso.- Camelia avanzó por delante de sus compañeras y entró a la sala sin molestarse en tocar antes.

Los líderes del la rebelión ya la esperaban, y no se hicieron esperar las miradas molestas por su parte en cuanto la vieron ingresar muy ufana, como si nada hubiera pasado, como si ni siquiera estuviera allí para se reprendida.

-Señorita Camelia.- Benjamín fue el primero de hablar, por su tono se notaba claramente que ya no mantenía ni respeto ni cariño por la joven frente a él. Benjamín odiaba que lo hicieran quedar en mal, y Camelia lo había dejado en un ridículo total con su masacre. -Hoy está aquí para ser juzgada por los líderes de la rebelión debido a su mal comportamiento y actitudes mostradas en las últimas veinticuatro horas.-

-Procedemos ahora con la lectura de cargos que se le asignaron y posteriormente debatiremos una sentencia.- Agregó otro de los miembros de aquel patético consejo.

Camelia los miraba aburrida, si pudieran saltarse todo ese drama e ir directamente al grano sería lo mejor, pero si algo había prendido era que la gente adulta era de dar miles de vueltas, les gustaba hacerse los importantes solo por tener cierta edad y apreciaban tomar más tiempo del necesario en asuntos patéticos.

Otra cosa que no le parecía de aquel grupo era que entre sus filas y puestos de mayor rango las mujeres no gozaban de un lugar, ni siquiera tenían derecho a uno. En  el ejército era lo contrario, las mantenían al mando, como si quisieran que muriesen sin más, pero si de política se trataba Camelia sabía que no había nadie. 

Nunca le gustaba buscar razones al revelamiento por parte de los dones de menor categoría pero a veces no podía evitar pensar que fuera de que carecían de recursos y bienes, igual tomaron represalias contra los dones letales porque la mayor parte del país era dirigido por mujeres. 

Aquello le  molestaba, demasiado debía de admitir. No por nada tampoco le era del todo fiel a ese nuevo gobierno que comenzaba a imponerse sobre el anterior mandato casi extinto.

-...Desobediencia a tus superiores, esos son todos los cargos presentados en tu contra Camelia, ¿tienes algo que objetar?- Finalizó otro de los presentes apartando la mirada de los  documentos que sostenía y centrándose en la joven que parecía absorta en alguna otra cosa.

Camelia salió de sus pensamientos algo confusa.

Le había parecido tan irrelevante escuchar de que se le acusaba que dejó de poner atención desde el comienzo, no escuchó nada a excepción del final, pero daba igual, no le importaba y por ende no tenía nada que discutir con aquellos viejos.

Lady C. "Orígenes" (Precuela de Nevor Experimento Raven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora