La mañana había recibido al país latino con un panorama gris y lúgubre, después de la conversación de la noche anterior con el español no le había quedado de otra que llorar, y lamentar su suerte en el amor, maldiciendo mil veces al otro por hacer que se enamorara tan profundamente.
No tenía ganas de nada, sólo quería estar solo para remendar su atrofiado corazón, pero todavía quedaban cuatro días de «junta mundial». Resignado a no poder faltar, se levantó lentamente de la cama, su cuerpo le dolía, y su cara se sentía hinchada por tanto llorar.
Se miró al espejo en el baño, y pudo ver su reflejo; tenía el cabello desordenado, los ojos rojos e hinchados y las mejillas pálidas con rastro de lágrimas y moco. Desvió la mirada del espejo, y entró a la ducha para despertarse y borrar el rastro lamentable que había dejado.
No se imaginaba cómo iba a disimular que todo estaba bien, pues no quería la lástima de nadie por lo que había pasado.
Una vez listo, tomó sus cosas y salió rápidamente de la habitación, todavía le quedaba tiempo de sobra, pero quería empezar lo más pronto posible para que el día pasara más rápido. Definitivamente no quería ver a España ni a nadie más, como ese grupo de traidores que soltaron detalles de su «vida privada.»
Saltándose el desayuno por el momento, se apresuró para llegar al lugar de la reunión, esperando no toparse a nadie que no fuera Alfred en ese momento. Ya frente a la puerta, rogó que no estuviera ahí con todas sus fuerzas, asomándose sutilmente sólo pudo ver a Arthur revisando unos papeles, por lo que sintió un gran alivio y entró rápidamente para hablar con el inglés.
—Sr. Inglaterra.
Arthur despegó la vista de sus papeles al escuchar la voz del latino, y lo que vio le sorprendió, pues estaba se veía triste y perdido.
—México —saludó cordialmente.
Alejandro sintió las lágrimas en sus ojos, pero no pudo evitar que salieran, sólo camino a grandes zancadas hacia el lugar del otro y se tiró en el asiento de al lado, mientras jalaba al británico hacia él para abrazarlo. Unos pequeños sollozos no se hicieron esperar, haciendo que la nación inglesa le regresara el abrazo por más sorprendido que estuviera.
—¿Estás bien? ¿Qué te pasó?
—A-Antonio —balbuceó entre sollozos—. Lo sabe, ya lo sabe.
—Oh —la nación inglesa sólo se dedicó a abrazar a la nación más joven, pues en cierto modo se sentía culpable por haber discutido justo ese tema con Antonio el día anterior. «¿Y si era su culpa?»
—¿Y...?
—Me dijo que no me amaba —reveló suavemente.
Arthur cerró los ojos rogando paciencia para no ir a matar al español. «¿Por qué tenía que arruinarlo todo abriendo su gran boca?».
Si para todos era obvio que había algo entre ellos, y que ambos sentían algo por el otro. No podía ser que Antonio lo arruinara tan pronto.
—¿No dijo nada más?
—Que me olvidara de él.
Al pobre Inglaterra no le quedó otra que seguir consolando al país latino en lo que llegaban las demás naciones. Tenía un asunto pendiente con el otro par de idiotas. «¿Qué diablos le habrán dicho a España para que reaccionara así?»
oOo
Antonio se había tomado su dulce tiempo para ir a la junta, la realidad es que no tenía prisa por ver a Alejandro, no después de romperle el corazón de esa forma.
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Amado mío (Latin Hetalia fanfiction [México x España])
FanficAlejandro Moctezuma Hernández Cruz de los Lagos... o México para los compas... ************************* Antonio Fernández Carriedo o España... ... México fue una colonia española antes de su movimiento de independencia en el año 1810. Un gran golpe...