—No debería estar aquí —escuchó la voz de un hombre en su espalda mientras su sangre helada paralizaba cada centímetro de su ser y las palabras se congelaban antes de salir a través de sus pusilánimes labios:
—Sí, señor... no se preocupe, ya mismo me retiro —y salió corriendo sin mirar atrás.
Jamás vio a aquél hombre.
Miguel abrió los ojos que ya no estaban vendados. Miró a su alrededor y tuvo la impresión de que estaba en un lugar completamente diferente al de antes. Se econtraba en una cama de sábanas blancas, con cabecera de bambú, y mientras sus ojos recorrían aquél lugar, sus extremidades seguían el recorrido de su cuerpo, haciédolo caer entonces en cuenta de que ya no estaba amarrado. Sin embargo, se encontraba tan débil aún que no podía andar, así que miró a través de un portal de vidrio templado que daba al techo de la estancia en la cual se encontraba y pudo sentir el movimiento armonioso de las olas rompiendo y terminando en suaves ondas de espuma y agua salada sobre la blanca playa.
<<Estoy en una playa. ¿Cómo llegué aquí?>>, se preguntaba a sí mismo. se sentó con las piernas cruzadas en el colchón, llevándose las manos a la cabeza sintiéndose tan aturdido que por su mente pasó el retorcido pensamiento de que todo el secuestro y la tortura habían sido una construcción onírica de su subconsciente. Procedió a mirarse el cuerpo y... no. Definitivamente no fue un sueño, estaba lleno de marcas de <<guerra>>.
<<Bien, me tengo que levantar>>, se dijo a sí mismo y descruzó las piernas para posar ambos pies en el suelo... con sus manos sujetó con fuerza el borde del colchón, apretó los ojos mientras tomaba una gran bocanada de aire y de un tirón en un suspiro, se levantó. Al estar de pie, los objetos tiritaban y la vista se nublaba por el mareo ortostático. Sin embargo, tomó varias respiraciones profundas y pudo reponerse.
Dio un paso y se detuvo al escuchar un murmullo en su cabeza... "Ya cumpliste tu propósito de todas maneras".
<<Debo estar alucinando>>, pensó y andó trastabillando hasta el portal que daba la vista al mar...
Estaba a punto de abrirlo, cuando sintió una voz en su espalda:
—No deberías estar ahí.
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Pueblo Baldío
RandomEra Miguel un joven solitario, frío e inexpresivo que gozaba de un encanto que hacía a hombres y mujeres derretirse sólo con mirar sus enormes ojos color azul cielo. Hasta su andar parecía digno de admirar. Era todo un galán aunque sólo contaba con...