Dimensión Conocida

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—Qué, ¿cómo es eso posible? —Exclamó Miguel pensando que se trataba de una broma con su cerebro izquierdo, mientras el derecho creía en la convicción de los ojos de Ben.

Sus cejas se enarcaron enmarcando su confusión. Sentía miedo de saber las respuestas a sus preguntas, pero su deseo de conocer la verdad era más grande.

Ben se acomodó en la cama como quien va a presentar una conferencia magistral y su frente brillaba casualmente con las gotitas de sudor que se empezaban a acumular por mero nerviosismo.

—Miguel, para ellos, en especial, Madame La Rouch, no hay nada imposible.

—Estás loco. Yo ahora mismo me voy de aquí —objetó mientras se arrancó la aguja de la via intravenosa del brazo. Ben lo detuvo con sus palabras al ver que sacaba las piernas de la cama para ponerse de pie:

—No estoy loco, Miguel, sé que es difícil de creer pero ellos no son de esta dimensión. —Le colocó la mano en el brazo.

—Existen varias dimensiones que coexisten en este mismo Universo, en diferentes espacios y tiempos. Algunas de esas dimensiones, tienen la capacidad de crear otras... tu vida, Pueblo Baldío, tus amigos, tu personalidad y todo lo que recuerdas de tus días hasta ahora es producto o <<vive dentro de>> otra dimensión, la cual es la "real".

—¡Es que cómo te voy a creer semejante locura! —Exclamó sacudiendo los brazos.

Ben entonces se sacó del bolsillo una esfera de color azul brillante, la cual era aproximadamente del tamaño de una uva y poseía un botón táctil.

—Mira, este glut es un "teléfono" pero de una dimensión real... de donde yo vengo.

—¿Qué es un "glut"? —Inquirió Miguel mirando aquél objeto por vez primera.

—Te lo acabo de decir... en fin, es mejor que te lo muestre —dijo Ben y presionó el botón. El glut proyectó imágenes hacia la pared blanca de la habitación. Miguel pudo verse a sí mismo yendo a la laguna y luego de unos segundos y un movimiento circular de la mano de Ben alrededor del glut, pudo observar su niñez.

Miguel se puso de pie delante de la pared y se quedó consternado mirando las imágenes de sí mismo. No pudo evitar sentir ese escalofrío en la columna de quien está siendo observado.

Ben se levantó al lado de él y apagó la proyección, guardándose el glut en el bolsillo.

—No entiendo por qué —dijo Miguel con voz queda sin dejar de mirar la pared mientras sentía sus palpitaciones con fuerza en todo su cuerpo.

—¿Por qué, qué?

Miguel se volvió hacia él: —Por qué me hicieron tan desgraciado.

<<Sabemos dónde estás, entrégate a nosotros y nadie saldrá herido>> Escuchó.

—¿Qué? —dijo Miguel.

Ben frunció el ceño.

<<Recuerda que tenemos a Luz>>

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