Color Inerte

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Miguel estaba caminando en lo que parecía ser brea blanca, pero que por alguna extraña razón dejaba la suela roja de los zapatos que llevaba puestos, teñida de un perturbador color negro. corrió hacia delante atravesando un pasillo con tabernas al rededor, sintiendo que lo llamaban en el horizonte.

<<Ven, Miguel, cuando pases la brea blanca estarás seguro>> decía aquella voz que se le antojaba conocida a lo lejos. Mientras se acercaba más podía oír algunos ecos ensordecedores sonando en su cabeza: <<Nunca podrás escapar de mí, eres mío, Miguel Xibath>> (en la voz de Madame La Rouch)

De las tabernas empezaron a salir personas rubias cuyos cabellos lisos caían sobre los hombros y vestidos desde los sombreros hasta las botas de color blanco. Miguel miró sus rostros y todos tenían la misma expresión. <<¿Son clones?...No, sólo son muy parecidos, pero sus caras son diferentes>> iba en un vaivén de preguntas y respuestas consigo mismo mientras comenzaba a sentir el calor de la brea blanca a través de sus zapatos... ¿O, quizás era el sudor de sus pies y calor corporal propio por estar corriendo?

Entonces se le ocurrió mirar arriba y sus ojos rechazaron como un reflejo el brillo diáfano del sol que parecía quemar su piel a carne viva. 

<<Ahora entiendo por qué todos usan sombrero, pero ¿por qué estoy corriendo hacia allá?>>

<<Ven Miguel, una vez que atravieses la brea serás libre>> la voz que lo llamaba se escuchaba ahora más cerca y casi podía reconocerla. Se volvió hacia las personas alrededor, ya que empezaron a reírse al escuchar aquél llamado.

<<Entonces no está en mi cabeza nada más, ellos pueden escucharla. Parecen hechizados, ¿por qué será que todos hacen lo mismo?>> Se preguntaba a sí mismo. Parecía que cada día en aquella Califax traía más interrogantes sin responder.

<<¡Qué poco observador eres, ya no estás en Califax!>> (La Rouch)

Miguel dejó escapar un grito de desesperación.

<<No la quiero ver más nunca, no la quiero ver más>>

<<Sólo tienes que llegar al final del camino de brea blanca, Miguel>>

<<Nunca lo lograrás. Eres débil>> (La Rouch)

-¡Basta, maldita mujer, me arruinaste la vida!-

<<Tu vida es mía para arruinarla si quiero>> (La Rouch)

-Te odio- gritó.

Entonces notó un cambio brusco en los rostros de las personas vestidas de blanco, que pasaron de la risa al enojo y comenzaron a perseguirlo. 

Miguel corrió más rápido aún sin importarle el dolor en sus piernas que se sentían como tenazas en fuego atizando su corazón al galope el cual latía estrepitosamente dentro de su pecho y hacía eco detrás de sus orejas mientras un sol inclemente abrasaba su piel y las gotas saladas de sudor comenzaban a obstaculizar su vista y aún así siguió corriendo con más ahínco al ver una borrosa figura en el horizonte que hizo su palpitar aumentar paulatinamente con la cercanía incipiente de aquél encuentro fortuito, y a la espera, en medio del movimiento, se limpió el sudor de la cara con su franela. 

<<Ya casi estás en tu destino, no te detengas>> (La figura)

<<¡No puede ser, es Luz!>> caviló al poder al fin reconocerla.





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