Querido diario...

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Querido diario...

No, definitivamente continúa sonando ridícula esa frase.

Hoy conocí al nieto de la señora Anna, el hijo de Alessandro. Él solamente lo nombró una vez en una de esas tantas charlas que tuvimos por las tardes, pero de saber de su existencia a verlo en persona, había una distancia abismal.

No conozco a su madre, tampoco sé si tiene una relación con mi jefe o no; él nunca la ha nombrado y he preferido no meter mi nariz en donde no me incumbe, aunque la curiosidad sea mucha.

Valentino es un pequeño encantador y muy educado. Un niño amable y parlanchín. Idéntico a su padre sólo que con ojos azules como el mar.

Interactuar con el pequeño me hizo pensar en ellos que no pudieron ser. El corazón se me estrujó en el pecho y el dolor volvió, y como cada vez que regresa, lo hizo con el doble de fuerza.

Sé que lo mejor es que no hayan podido ser, aunque a una parte de mi le duele terriblemente y hubiese deseado que sí sean. A veces, la vida es demasiado injusta y no siempre tenemos la posibilidad de cambiar eso.



Han pasado cosas nuevas y otras no tanto.

Un nuevo sentimiento ha comenzado a atormentarme y, sinceramente, no sé de qué manera procesarlo. Él me gusta o eso creo, y no sé lo que es el amor como tal, no sé si estoy confundiendo el querer con amar, no lo sé. Pero sí sé que lo quiero. Con él no tengo que pensar antes de hablar, puedo ser yo en mi mejor versión, sin temor. Hacía años que no se me hacía tan fácil estar frente a un hombre y no sentir miedo. Después de tanto tiempo, apareció alguien de mi sexo opuesto que me hace sentir segura. Pero, es él. Alessandro, mi jefe. Y eso no es correcto.

A mi mente llega cada opinión que los demás puedan llegar a tener sobre mí. No quiero que me vean como si fuese una oportunista, como si me interesara el dinero de Aless y no él por la maravillosa persona que es. Mis compañeros de trabajo..., su madre, no quiero ni pensar en lo que cruzaría por la cabeza de la señora Anna si su hijo saliera con una chica como yo.

Son tantas cosas que me invaden al soñar en algo más con el italiano que por momentos parece que me olvido de preocuparme por el problema que realmente hace imposible una relación entre ambos: mi pasado.

Debo dejar de soñar tan alto porque la caída del cielo a la tierra puede ser fatal.

Pensar en los sucesos que forman parte de mi historia me hace considerar la posibilidad de que lo que creo parte del pasado en verdad no lo sea.

El terror. Un abuso que estuvo a punto de suceder de nuevo.

Por primera vez, defenderme había funcionado. Por primera vez, luchar no fue inútil, no fue en vano. Me siento extraña. Después de tantas veces de decir no, de gritar y lanzar golpes con la intención de detener a la persona que deseaba hacerme daño, por fin lo había logrado.

Golpear a alguien que quiere lastimarte se siente bien y aunque una parte de mí me diga que debo sentir culpa, la otra, la que es más fuerte, me convence de que está bien. El mal que esa persona deseaba hacerme era mayor y más grave que el que yo le había hecho. Así que prefiero concentrarme en esa parte que me hace sentir bien conmigo misma. En esa parte que me dice que fui valiente, que ya no soy la niña que quedaba paralizada y en shock ante esas situaciones. Y, aunque el miedo aún está latente, saber que puedo y que pronto podré hablar y desahogarme de verdad en terapia, hace que mis pulsaciones disparadas que amenazan con hacer estallar mi corazón todos los días, comiencen a calmarse.

Tal vez se calman porque la ansiedad no es tanta. O, tal vez, porque la calma siempre aparece antes de la tormenta. 



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Con amor, Juls❤

Con amor, Juls❤

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