Capítulo 26

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Alessandro

12 horas antes.

Llevé las manos a mi cabello y lo jalé por milésima vez en menos de cinco minutos. Decir que estaba desesperado era poco. Vicky tendría que estar en casa desde hace horas, sin embargo, no había rastro sobre su paradero.

El día de su cumpleaños había terminado hacía casi una hora y ella aun no aparecía. La única información que la policía logró hallar era el testimonio del conductor del taxi en el que iba Vicky cuando la secuestraron.

Algunas cosas no terminaban de encajar. El conductor decía haberla buscado en el centro comercial, pero se suponía que a esa hora debía estar saliendo de su sesión con la psiquiatra. El hombre no mentía, ella había estado allí, las cámaras del lugar y la prenda de bebé con mariposas azules que tenía ahora en mis manos, lo confirmaban.

Hablé con Sam, la cual se encontraba en mi casa esperando si la policía obtenía alguna información, Vicky tampoco le mencionó nada sobre que no iría a donde dijo que lo haría.

Miré la prenda que ella eligió para nuestra bebé. Deslicé suavemente mis dedos sobre una de las mariposas azules. Vi tiene una obsesión con este insecto, según me contó, desde que era niña. Una noche en la que mirábamos las estrellas, abrazados, me dijo que se enamoró de ellas una tarde en la que tenía cinco años y sus padres estaban peleando fuertemente dentro de su casa. Vicky corrió al jardín llorando por la situación y una mariposa azul se posó sobre su brazo distrayéndola del mal momento que había presenciado y haciéndola desear y fantasear con ser libre de poder volar como ella e irse de ese lugar.

El recuerdo me hizo llorar más. Vi merece ser libre y tener una vida tranquila y feliz. No es justo que le sucedan cosas malas con todas las que ya ha vivido.

El ruido de alguien golpeando la puerta me hizo salir de mis pensamientos de inmediato. Sam se levantó del sofá en el que estaba sentada y yo caminé hacia la entrada de la casa. La policía nos hizo señas de que nos alejemos. Ellos abrirían la puerta por seguridad.

—Es una mujer. Dice llamarse Antonella y pide hablar con usted, señor D'Angelo —me informa el oficial.

—La conozco —digo asintiendo para que abra la puerta y confundido a la vez por su presencia.

Ella se quedó unos segundos en silencio observándome. Su rostro mostraba inquietud. Me hubiese preocupado pensando que podía tratarse de Valen debido a la hora de su visita, pero hoy él iba a quedarse conmigo para estar con Vicky por su cumpleaños. Aunque debido a la situación actual mi madre se lo había llevado con ella.

—¿Qué haces aquí? —pregunté confuso—. No es un buen momento —el nudo en mi garganta hizo que mi voz saliera entrecortada. No estaba dispuesto a escuchar su insistencia por un tema que consideraba terminado desde hace tiempo. Entre nosotros no podía haber nada, ya no.

El Diario de Vicky © [DISPONIBLE EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora