Capítulo 5

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Victoria

Observaba a Sammy y a su tía, Talía, mientras se reían a carcajadas tan naturalmente luego de la cena y no pude evitar sentirme fuera de lugar porque mientras ellas se reían con sinceridad lo mío no era más que una falsa y forzada risa. Se sentía jodidamente mal porque, después de años de no hacerlo, volver a reír ya no era lo mismo. Y con el recuerdo del sonido de sus risas y la presión sobre el pecho que me ahogaba di mil vueltas sobre la cama.

Me levanté decidida, caminé a la cocina y puse agua a calentar para beber un té con la esperanza de luego poder dormir tranquila.

A la mañana, cuando el despertador sonó mis ganas de tirarlo contra la pared eran infinitas, apenas si había logrado dormir tres horas y con pesadillas que me despertaron cada treinta minutos. A unos pasos del infierno, así me siento en estos momentos. No descansé absolutamente nada, pero debo trabajar, tengo que continuar.



Mi cuerpo se pasea entre las mesas en modo automático, mi cerebro no logra concentrarse del todo y por momentos siento que me caeré. Lo presiento, otra vez, y ruego internamente para que no me ocurra en este lugar. Aunque esta vez la sensación es un poco diferente a la habitual, no sé qué ocurrirá. El miedo comienza a crecer con solo pensar en que puedo sufrir un ataque en medio del restaurante, no me siento capaz de poder explicar algo así luego. El pánico y las ganas de echar a correr son inmensas, pero no puedo permitir que mi mente me gane. No esta vez.

El señor D'Angelo hace su entrada una hora después del mediodía y se encierra en la oficina con su madre. Cada día que pasa se me hace más difícil no mirarlo, no pensarlo. Tiene ese no sé qué que te atrapa y no te suelta.

Mi turno termina y me dirijo a la salida, pero mi acción se ve interrumpida por un enorme cuerpo musculoso y unos ojos verdes brillantes que me atrapan en cuanto mis piernas fallan. Intento recomponerme lo antes posible, la vergüenza no me cabe en el cuerpo cuando el extraño no deja de observarme preocupado.

Las piernas siguen sin responderme y un mareo me ataca en cuanto el desconocido me ayuda a sentarme en la silla más próxima a nosotros.

—Te traeré un vaso con agua, no te muevas de aquí.

Agradezco que el lugar esté casi vacío, solo quedamos los empleados... y mi jefe el cual camina decidido hacia mí.

Joder.

Inhalo y exhalo lo más tranquilo que mis pulmones me permiten. Debo calmar todas estas sensaciones que comienzan a arremolinarse en mi interior. Soy un tornado a punto de tocar tierra, debo contenerme. No puedo permitirme arrasar con todo lo que se encuentra a mi alrededor estando en público.

Aguanta Vicky, espera a llegar a casa, por favor.

—Victoria ¿te encuentras bien? ¿Quieres que llame a un médico? —pregunta mi sexy jefe en cuanto llega y se arrodilla frente a mí, mirándome con más preocupación que el extraño de ojos verdes.

El Diario de Vicky © [DISPONIBLE EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora