Capitulo 18

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Sarah y yo volvimos a ese restaurante de pastas en donde nos conocimos.

- No sabes lo feliz que estoy de estar aquí contigo. - me miro y sonrió.

- Estoy igual de feliz que tú, te extrañe.

Y en verdad si que lo hice, extrañaba esos nervios que me hacían temblar al tomar el tenedor con miedo de embarrarme o dejar caer la comida por accidente. Pero más que nada extrañe esa sonrisa que suele lanzarme, esa sonrisa llena de dulzura.

- ¿Emocionada por tu viaje a México? - Tomo la carta y pude ver cómo detrás de ella apretó los labios, sabía que tocaría el tema.

- ¿El viaje?... ¡Oh si,claro! Ni siquiera puedo dormir de solo pensarlo. - dije sarcásticamente

- ¡Ophelia preguntó de manera seria!- dobló el menú y me dio un ligero golpe en la cabeza

- Pues lo estoy, estoy emocionada. - abrí la carta

- ¿Ya arreglaste las cosas con Salomón?- seguía leyendo la carta

- Esa relación está muerta Sarah, no esperes que venga y te diga "lo solucionamos" somos la pareja más cool del instituto. - doble el menú y le regrese el pequeño golpe en la cabeza - No va a pasar.

- ¿Entonces? Que pasara con los 4 boletos.- pude notar como paso saliva

- Ve al grano, solo tienes una pregunta que no te atreves hacerme y de esa salen otras 20, anda dime. - levante una ceja

- Bien ¿me dejarás ir a Mexico contigo señorita Ophelia? - dejó caer el menú y estiró su mano esperando a que la tomara

- Por supuesto que si señorita Paulson. - tome su mano.

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No sabia que cenar, estaba entre preparar macarrones con queso, cualquier sopa instantánea que encontrara o acabarme el bote de nieve que tenía en el refrigerador.

(Mensaje de Maya: ¡Hey chica rara! ¿Quisieras ir a una cena elegante esta noche?)

Y ahora tenía que decidir entre ir a esa cena elegante o ignorar su mensaje. Pero decidí ir a la cena elegante.
Me puse un vestido color negro de cuello V, tacones negros y también mis sombras de los ojos eran negras. Me sentía tan bonita que desearía que Sarah pudiera verme.

Tome un taxi y llegue al lugar que Maya me envió. Era un casino grande color Blanco pero por las luces amarillas parecía beige. Parecía que todas esas personas llevaban una gran fortuna en sus bolsillos, tanto mujeres como hombres.

- ¡No puede ser! - entre toda esa gente mire a una chica con un vestido azul largo  mirándome impresionada. - Me siento afortunada de ser tú pareja esta noche.

- ¡Basta! No es para tanto, mira a esta gente.- mire a mi alrededor

- Deberían estar muertos de envidia por no tener esa luz que tú tienes en el alma. - tomo mi mano. -Entremos y te explico cómo es que te he traído a este lugar tan lujoso.

Lo primero que pude ver en la entrada fue un gran salón, con mesas de mantelería blanca y detalles color oro, grandes centros de mesa, una pista para bailar y una larga barra para beber.

- Mi tío es dueño de este lugar, mis padres vendrán en un rato más y bueno no quería estar sola escuchando a estas personas hablando de negocios.

- Es hermoso este lugar.- sentía que estaba en una película de Disney.

- Si te aburres de tanta luz y ruido podemos salir a caminar al césped que tiene atrás, tiene un pequeño lago. - me miro a los ojos y pude ver como poco a poco bajo su mirada a mi boca por unos segundos.

- Que miras tanto...- le acomode un mechón de su pelo ondulado atrás de la oreja.

- ¿Vamos a la barra?- me miro con una mirada traviesa.

- No puedo Maya como me iré a casa yo sola y borracha.

- ¡Te llevaré a tu casa! - me pego en el brazo con su puño.

- Pero no... - me interrumpió

- ¡Ophelia vamos!- hizo puchero

- De acuerdo. - en mi mente solo pensé en que debía avisarle a Sarah donde estaría esta noche.

Bebimos un poco de tequila en la barra hasta que sentía que en cualquier momento mi vista comenzaría hacerse gris y caería al suelo.

Comenzó a escuchase la canción de "Smile-Nat King Cole" y aquí es cuando me sentí una princesa salida de un cuento de Disney.

- Bailemos - se levantó tomando mi mano y juntas corrimos a la pista.
No sabía dónde poner mis manos exactamente y probablemente ella tampoco lo sabía. Todos bailaban con sus parejas de lado a lado. Ella tomó mi cintura y yo rodé parte de mis manos por detrás de su cuello bailando lentamente. No podía dejar de mirarla a los ojos y por la forma en la que ella me miraba sabía que ella tampoco podía dejar de mirar los míos. Las luces, el buen sonido de esa música y esa buena compañía hacía sentirme como si cayera en un mar profundo de relajación. Es inexplicable lo bien que me sentí al bailar con ella.

- Si solo sonríes - hizo una pequeña sonrisa lentamente en su rostro al mismo tiempo que yo.
Se acercó a mi y me besó.

Ella es Ophelia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora