Capítulo 8

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Sarah llegaría en unos segundos. Prepare para cenar tacos, con un estilo algo mexicano. No soy la mejor cocinando pero quise hacer tacos de bistec con salsa de chile para cenar. Tocaron a mi puerta.
- ¡Hola! - Sarah llevaba pantalones negros de vestir y una camisa rosa brillosa. Desde pequeña amaba el corte de cabello que llevaba por arriba de los hombros.
-¡Hola! - me dedico una sonrisa.
- ¡Pasa! Sientete como en tu casa, aunque se que no es nada parecido. - me hice a un lado de la puerta.
Ella se detuvo para mirar todo el interior del departamento.
- Me encanta tu estilo. - replicó observando mis plantas. - ¿Tienen nombre?
- Así es. - sentí pena cuando mire que se agachó para leerlas.
- Bueno. - se levantó. - ¿Preparaste algo?
- Así es. - intente desamarrar el nudo de mi delantal del cuello.
- Dejame ayudarte. - Sarah se aserco tanto que sentí un escalofrío por mis brazos. - ¡Listo! Ahora dime ¿que cocinaste? - dejo el delantal en la barra.
- Tacos, tacos de bistec con una salsa de chile. - Sarah se sorprendió cuando dije lo de la salsa - Tranquila, intente no hacerlo picante.
Tome una de las sillas y la retire para que Sarah se sentará.
- Toma asiento por favor.
- Gracias... - sonrió suave y me miró a los ojos.
Serví los platos y me senté junto a ella. La mesa  era para cuatro personas, entonces había demasiado espacio para no sentirnos tan juntas.
- Me gusta que la tortilla sea tan blanda. - dijo cuando probó el primer taco.
- Así es, si vinieras a México conmigo verías que todas las tortillas son así. - la cara de Sarah se sorprendió.
- Si fueramos juntas...- susurro y me miró. Después guardo silencio y volvió a dar un mordisco al taco. No sabía lo que pasaba dentro de su cabeza. Pero yo solo estaba repitiendome el como le pediría ir al baile conmigo.
- ¿Te gusta bailar? - pregunté
- Claro. - contestó pasando su mano por su cabello.
- Yo bailaba antes de venir a los Ángeles. - comenté.
- ¿Qué bailabas? - acercó un poco su silla.
- Jazz contemporáneo, desde los 8/9 años. - Conteste mientras miraba la gran ventana que tenía frente a mí.
- ¿Por qué ya no? - preguntó poniendo su mano arriba de la otra.
- Por qué tengo miedo de entrar a una academia nueva, soy un poco insegura. - sentía un nudo en el estómago cada que imaginaba la idea de llegar a un nuevo lugar y bailar.
- Yo puedo ir a verte a tus clases. - contestó Sarah mirándome con dulzura.
- Bueno. Pero no quiero hablar más de eso. - el rostro de Sarah cambió. - ¡También hice postre! - me levante y recogí los platos.
- ¡Por Dios! ¿Qué es? - intentó mirar más allá de la mesa.
- Okey, te contaré una historia. - acerque dos platos tapados con otro plato. - Cuando tenía 15 años aprendí hacer helado frito. Casi nadie lo hacía, todos hacían galletas, flanes, gelatinas pero nadie hacía helado. Así que sentía que era mi receta especial y secreta. - levanté el plato con el que estaba tapados. - ¡Espero y te gusten!
- ¡Wow! Se ve riquísimo. - aplaudió emocionada
- Pruébalo por favor. - me acerque y aplaudi.
Sarah lo partió y lo probó.
- Esto es tan bueno ¿tienes para llevar? - cerró los ojos y comenzó a comer más despacio.
- Puedo darte los que quieras. - sonreí.
Me sentía tranquila con su compañía. Y estaba feliz por que todo lo que le cocine le había encantado.
- Sabes... Un amigo organizó un baile para recaudar fondos para la escuela. Pero debo invitar a alguien de mi familia o a cualquier persona que conozca fuera de la escuela. Pero no tengo a quien llevar... Así que pensé en...
- Puedo ir contigo. - tomó mi mano.
Mire su mano sobre la mía.
-¿De verdad? - la miré y suspiré.
- ¡Pero claro! - sonrió. - Solo con una condición.
- ¿Cuál? - sonreí.
- Dejame entrar a tu vida. - tomo mi mano aun más fuerte. Sentía que me desvanecía cuando la escuché decir eso. Me sentía alagada.
- Tu estas adentro de mi vida desde que tenía 15 años. - sonreí y dejé caer una lágrima.
Ella se hincó junto a mí silla y tomó mi mano.
- Estoy aquí ahora ¿okey?...

Ella es Ophelia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora