Veinte

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I s o b e l

Isobel golpeó con su codo hacia atrás, directo al estómago de su atacante. Se apartó una mano pesada de los ojos y se tambaleó hacia adelante, con la cabeza punzándole.

Sintió unos dedos ásperos enroscarse en el cuello de su abrigo, arrastrándola de regreso al callejón. El hombre la empujó a su lado y ella vislumbró una mata de pelo blanco.

Tropezó hacia adelante, desequilibrada. Cuando se dio la vuelta, Lucius Malfoy avanzaba hacia ella con su varita apuntando directamente a su corazón. Sus ojos estaban lívidos; su pálido rostro mostró una mueca de desprecio. "De vuelta otra vez, ¿verdad?"

Isobel caminó hacia atrás hasta que chocó contra la pared al final del callejón y se aplastó contra ella.

Lucius la siguió. "¿Sabe quién soy, señorita Young?"

Su corazón tronó. Ella lo miró, evaluándolo. Luego, lentamente, asintió.

Para su alivio, esto no pareció descontentarlo. Él se cernió sobre ella en el callejón, cabello blanco como el hielo y rostro pálido como la luna tan parecido al de Draco pero tan radicalmente diferente en la forma en que se comportaba. En la forma en que la miraba - que en el caso de Lucius, era con odio puro.

Cuando la alcanzó, presionó su varita contra su pecho, con fuerza. "¿Sabes quién es mi hijo?"

Se quedó sin aliento. "Sí"

Entrecerró los ojos. Apretó su varita con más fuerza. "Cuéntame todo lo que sabes sobre mi hijo".

El corazón de Isobel se aceleró y sus palmas estaban húmedas de sudor. Pero ella le devolvió la mirada a Lucius. Sé valiente Gryffindor.

Conocía los ojos grises de Draco sobre ella, su intensa preocupación. Ella conocía la forma en que agarraba las tazas de té, incluso cuando estaban frescas y lo suficientemente calientes como para quemarle las manos. Sabía la forma en que sus delgados dedos trazaban su pómulo, la forma en que su mirada se posaba en el colgante en su cuello. El colgante que ahora estaba al rojo vivo: la forma de una estrella quemándose en su carne

Sabía que él estaba esperándola, en su apartamento, qué esperaba que ella llegara en cualquier momento.

Levantó la cabeza. "Es un Mortífago," respondió ella, con voz helada. "Intentó matar a Albus Dumbledor. Nos intimidaba a mis amigos y a mí en la escuela. Lo odio." Observó a Lucius, negándose a ser quien rompiera el contacto visual por primera vez. "Y también lo odio a usted."

Su boca se curvó en una sonrisa. "Muy bien," dijo. "¿Y sabes dónde estás ahora mismo?"

"No, no lo sé."

Esto pareció contentarlo. "Muy bien." dijo de nuevo. "Déjame darte una advertencia. Si alguna vez intenta acercarse a mi hijo nuevamente, habrá repercusiones. Encontraré a tu madre y las castigaré a los dos por actuar sin pensar." Finalmente bajó la varita. "Y haré que Draco olvide ponerte los ojos encima."

Isobel mantuvo la mirada firme. "Por qué me acercaría a su hijo?"

Él sonrió maliciosamente. "No tengo idea."

Después él puso una mano alrededor del su brazo. Hubo un fuerte crujido, y se sintió arrastrada hacia oscuros espirales.

Segundos después, calló en el piso sobre sus rodillas y manos, se encontró a si misma en el pasto congelado.

Se sentó sobre sus talones, respirando rápido; clavando las yemas de los dedos en el suelo frío. Miró a su alrededor a una extensión de césped y árboles, mal iluminada por las escasas luces de las calles. Lucius Malfoy no estaba a la vista.

Dear Draco, pt.2 (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora