II.

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―Peleas en el callejón diagon ―leyó Dumbledore, atrayendo toda la atención. 

Al caer en el suelo del caldero chorreante, Albus se golpeó la pierna derecha porque Rose sin querer le había dado una patada. Ara se levantó con rapidez y se sacó el polvo de su falda negra. Rose ayudó a Dana a levantarse extendiendo su brazo hacia el piso. Cuando los cinco chicos estuvieron levantados, y Roseanne, Draco y Lyra ya habían aparecido, Roseanne los guió hasta que por fin entraron al callejón diagon. 

Lo primero que hicieron fue comprar lo necesario para ese año. Ara se sonrojó muchísimo cuando Roseanne le compró 

―Oww, que linda eres Rose ―se burló Lyra. 

un libro que le había llamado la atención. Iban caminando hacia la tienda de túnicas hasta que, a lo lejos, Albus divisó a su padre. 

―Uff, ya sé quienes se van a pelear ―sonrió Lyra, mirando a Draco y Roseanne.

Ambos rodaron los ojos. 

¿Qué hacía allí?

Albus se acercó a Rose y palmeó su hombro. 

―Está mi papá ―le susurró.

―¿Cómo va a estar acá, Al? ―se burló Rose como respuesta, pero al mirar donde Albus estaba mirando vio, efectivamente a Harry―. ¿Qué hace acá?

―Podría hacer muchas cosas allá, no entiendo porque hacen tanto problema ―espetó Harry de mal humor. 

Rose se acercó a Dana y Scorpius.

―Está el papá de Albus ―les susurró. 

 ―¿Qué hacemos? ―preguntó Scorpius en voz baja. 

―Siempre tan calmado ―observó McGonagall. 

―No como su padre ―se burló Harry, ganando miradas malas de Draco, Roseanne y Lyra.

―¿Saben que es mejor? Que Potter pelee con, mamá, con tía Roseanne y con tío Draco ―dijo Dana con seguridad. 

―Dana quiere ver el mundo arder ―dijo Roseanne con seguridad. 

Ara que estaba cerca se rió un poco. Haciendo lo que Dana pidió, los cinco chicos, Lyra, Roseanne y Draco caminaron hasta que oyeron la voz de Ginny, que sonaba burlesca a pesar de no llevarse tan mal con la familia Malfoy. 

―Mira Harry, aprende de tu futura esposa ―se burló Roseanne. 

―Vaya, vaya, que sorpresa tan agradable, las víboras están de paseo.

―¡Víbora con orgullo! ―exclamó Lyra y Roseanne le dio la razón. 

Al oír eso, Harry volteó a ver el porque su esposa mencionaba a los Malfoy. En cuando las miradas de Draco y Roseanne se toparon con las de Harry, se formó un silencio espeso e incómodo, en donde lo único oía era el ruido habitual del callejón diagon. 

―¿Qué haces acá, Malfoy? ―espetó Harry, rompiendo el silencio. 

―Uy, que amable saliste, Potter ―se burló Draco. 

―¿Yo? Yo vengo a comprar las cosas para mi hijo, mi sobrina y la amiga de mi sobrina ―espetó Draco―. ¿Y que vienes a hacer tú? Según lo que Albus nos mencionó, ustedes ya habían hecho las compras, de modo que no tienen alguna razón aparente de porqué están acá. 

leyendo con los dioses: el nuevo monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora