―Pesadillas ―leyó Dumbledore.
―Elena Davis ―susurró Rose intentando recordar quién era Elena Davis―. ¡Ya sé quien es Elena Davis!
―Tan inteligente como su madre ―se burló Ginny.
Sus amigos la miraron confundidos.
―¿Quién es?
―Es de Hufflepuff, es muy tierna y le va bien en Encantamientos ―explicó Rose como si nada―. Una vez le pedí ayuda con un encantamiento que ahora no recuerdo. Pero, que raro, ¿por qué a ella?
Ara tembló por dentro, recordando vagamente a una chica que se apellidaba «Davis»... pero no, no podía ser ella...
―¿Cómo es físicamente? ―le preguntó Ara a Rose.
―Su pelo es castaño oscuro y sus ojos... ¿cómo eran sus ojos? ¡Ah sí! Sus ojos son azules con un poco de gris ―contestó. Ara se puso pálida―. ¿Qué pasa?
―Sigo diciendo, ella sabe algo ―dijo Roseanne―. Estoy segura que ella sabe porqué se llevaron a... ¿Eliza? ¿Elana? ¡No!, Elena.
―Nada, nada ―se apresuró a decir Ara, intentando que el color volviera a su rostro.
―¿Qué le paso? ―preguntó Scorpius a la profesora McGonagall con interés.
McGonagall suspiró.
―Será mejor que se vayan a su sala común, antes que les baje puntos por estar en los pasillos por la noche.
―Yo les hubiese bajado puntos desde el principio ―comentó Snape―. No tienen permiso de salir de su sala común después del toque de queda.
Sirius rodó los ojos.
―Amargado.
Ara y Scorpius suspiraron y asintieron con la cabeza. Pero Albus, Dana y Rose no se querían ir a acostar. Ellos querían investigar.
―Como sus padres ―murmuró Roseanne con burla―. Albus y Rose tienen la misma habilidad para meterse en problemas que ustedes dos.
Roseanne señaló a Harry y a Ron al hablar.
Ara y Scorpius se dieron cuenta de lo que querían por sus expresiones.
―Hablamos en la sala común ―les susurró Scorpius.
Albus, Dana y Scorpius rodaron los ojos, pero sabían que era mejor que los profesores pensaran que se iban a acostar así no se metían en problemas.
―Me siento tan orgullosa ―murmuró Roseanne secándose una lágrima imaginaria.
―Vamos ―gruñó Rose.
Llegar a la sala común fue fácil. Para su suerte, la sala común estaba literalmente vacía.
―Que suertudos ―comentó Draco―. Encontrarse la sala común vacía es más raro que ver a Roseanne sin pelear con Potter.
Su novia rodó los ojos.
―Es más raro que tú sin pelear con Harry ―le corrigió ella "amablemente".
Con un poco más de ánimo, el quinteto se sentó en los sillones.
―Algo malo está pasando ―afirmó Ara―. Un monstruo desconocido se acaba de llevar a una s- a una estudiante y nadie sabe por qué.