―El sueño de Albus ―leyó Dumbledore.
El día antes del 1 de Septiembre, la mansión Malfoy era un desastre. Draco, Roseanne y Lyra estaban más estresados que mismos chicos. Que si llevaban los libros. Que si tenían la cantidad justa de túnicas y uniforme en general. Que si llevaban dinero para comprar dulces en el carrito. Que si llevaban ropa para los fin de semana. Y por último, que si habían guardado todo en sus baúles.
―Salieron responsables los Malfoy, ¿no? ―se burló Fred en voz alta.
Roseanne rodó los ojos.
Cuando cayó la noche, Draco le pidió a los elfos de su casa que hicieran un banquete para aquella cena. Todos comieron bastante. Pero Albus no.
Harry frunció el ceño, preguntándose si él tenía algo que ver.
Comió un poco y se dedicó a escuchar la conversación. No comía porque sentía un nudo en el estómago. Aquel nudo le recordó el día antes de iniciar su primer curso.
Otra vez tenía un mal presentimiento.
―¿Por qué todos los años pasa algo malo? ―se quejó Harry.
―La vena problema, Harry ―respondió Roseanne.
―¿Qué pasa, Albus, por qué no comes? ―preguntó Lyra, preocupada.
Albus sintió sus mejillas calentarse lentamente.
―Em... ―Suspiró―. No tengo... hambre.
―A Albus le pasa algo ―opinó Hermione.
Lyra se dio cuenta al instante que no era falta de hambre, era nerviosismo. A ella también le pasaba eso la noche anterior a sus inicio de curso. Así que, al entenderlo, no dijo nada al respecto.
―Que linda eres con mi sobrino ―se burló Roseanne.
―No soy linda, solo creo que mi yo con 38 años no le gusta ver a la gente mal ―respondió Lyra.
Al termino del banquete, todos se fueron a dormir.
―Albus ―llamó Lyra cuando Albus estaba a punto de salir del comedor―. ¿Puedo hablar contigo?
―Uhhh, problemas ―se burló Sirius.
Lyra observó como el rostro de Albus perdía color.
―Nada malo, Albus ―lo tranquilizo―. Solo te quería decir que, si te cuesta dormir, intenta leer algo.
―Buen consejo ―opinó Remus.
―¿Que hablas, lunático? Es una serpiente, todo lo que hacen está mal ―espetó Sirius de mal humor.
―Eso ya es mucho, Sirius, puede que no te agraden y todo eso, pero eso no significa que todo lo que hagan vaya a estar mal ―respondió Remus.
Sirius solo rodó los ojos, cruzándose de brazos.
Albus se mordió el labio inferior con nerviosismo y vergüenza.
―Gracias, señora Malfoy ―murmuró.
―Señorita, no estoy casada. Además, llámame Lyra, me haces sentir vieja ―pidió sonriendo.
―Si no estás casada, ¿con quien tuviste a Dana? ―preguntó Hermione.
Lyra se encogió de hombros.