11. ONCE

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Malia pudo escuchar las hojas crujiendo bajo la suela de sus zapatillas deportivas cuando se detuvo en medio del bosque, allí donde los restos de madera quemada perteneciente a la fogatada de la noche anterior yacían hechos ceniza.

Era temprano, pero la humedad de la mañana ya no la hacía sentir tan fría como días atrás, pues el Sol la devoraba por entero.

Casi podía sentir los olores con solo alzar la cabeza e inhalar profundamente, imaginando las veces en las que corrió por aquellos senderos en su forma de coyote. Libre y salvaje. Algo que realmente echaba de menos y quizás la peor parte de su nueva condición.

No obstante, él no tener poderes no afectaba en lo absoluto su sentido de autoprotección, y en cuanto sintió nuevos pasos acercándose, ella se volteó de golpe hacia la procedencia del sonido.

No se sorprendió de descubrir que se trataba de Lydia, pues ella era la razón por la que estaba allí después de recibir su llamada pidiéndole reunirse en el mismo sitio. Lo que sí la incomodó un poco, fue ver a la ex cazadora a su lado.

Allison parecía una pegatina, siempre estaba en todos lados. Pero ese día se veía particularmente bella luciendo la blusa que había comprado el día anterior.

Era como un ángel. Malia no pudo negarlo.

—Buenos días —la saludó Lydia con su habitual tono despreocupado, como si nada en ellas hubiera cambiado.

Pero la castaña no estaba de humor para andarse con rodeos.

—¿Para qué me llamaste?

Alguien carraspeó de fondo.

—De hecho, fui yo quien le pidió que lo hiciera —interrumpió Allison, dando un paso al frente para quedar delante de la chica coyote.

—¿Con qué intención?

—Acordar tus días de entrenamiento, claro está.

Una risa graciosa brotó por entre los labios de la castaña, parecía divertida, como si acabara de decirle la cosa más absurda del mundo

—Buen intento, cazadora zombi.

—Scott puede entrenarte como mujer coyote, pero yo puedo enseñarte a defenderte como humana.

—Sí, bueno, no te ofendas. Pero a ti no te sirvió de mucho saber defenderte.

La pelinegra quiso poner los ojos en blanco. Aquella joven era un hueso duro de roer, pero no estaba dispuesta a darse por vencida. Después de todo, ahora formaban parte del mismo equipo y debían trabajar como tal.

Pero así como Allison estaba enteramente dispuesta a poner de su parte, la mujer coyote continuaba sintiéndose insegura. No sabía.

—Solo escúchala, Mal —la banshee se cruzó de brazos, mirándola severamente como una mamá enojada— Puede que siga molesta contigo, pero eso no evita que aún me preocupe por tí. Y después de ser atacada dos veces necesitas a alguien con quien entrenar.

SHADES ━━━ teen wolf ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora