3. Vaya, Vaya, El Tlacuache Exquisito Y Papacito Se Nos Puso Sentimental

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Aclaración:

Las palabras escritas en cursiva son diálogos en español, y también son pensamientos del protagonista.

Diamond City, enero 2015.

¿Qué libro será?

Carajo, no puedo distinguir que libro es desde aquí, ella está sentada en una de las mesas de la cafetería mientras que yo estoy afuera del edificio apoyado en un árbol y simulando que estoy escuchando la "interesante" historia de Héctor. Lo único que puedo ver a través de la maldita ventana que le pega los estúpidos rayos del sol y que no me deja ver ni una chingadera. Solo puedo ver sus manos un poco al igual que el libro que tiene entre ellas, no puedo ver su rostro.

¿Acaso se está ocultando de mí?

Cómo se va a ocultar de nosotros pendejo si ni siquiera nos ha visto ni una maldita vez.

Tienes razón. No nos ha visto ni una sola vez y eso me disgusta. ¿Cómo puede ser posible que sus ojos no se hayan percatado de esta belleza y exquisitez mexicana?

¡Ya lo séééé! Somos unos pinches papacitos ardientes, compadre.

¿Tendré que poner manos a la obra para que me haga caso aquella chiquilla?

¿Desde cuándo nos interesa una chiquilla pudiendo tener a chicas de nuestra edad?

Lo que me interesa es que no me conozca, todo el maldito colegio sabe quién soy o tiene al menos una idea de quién soy. Soy Black, el chico desmadroso, divertido, guapo y carismático, pero ella no lo sabe. Eso es lo que me disgusta.

Pero ayer pensaste que incluso querías ser el motivo de esa sonri...

Calla, idiota. Fue un error decir eso. Solo queremos que nos conozca y ya. Ayer estaba muy alborotado ¿De acuerdo?

Ajá, y Doña Lucha no hace el licuado de papá Antonio.

Oh, cállate de una puta vez.

Tú cállate, pendejo.

Yo tengo el mando.

Y yo soy tu conciencia, pendejo. Sales perdiendo de todas formas.

Vete mucho a la ver...

—¡Black!

La voz repentina de Héctor hizo que reaccionara de forma no tan adecuada ya que tal vez... Accidentalmente le di un fuerte golpe en el estómago haciendo que mi amigo se inclinara sosteniendo su estómago con ambas manos. Originalmente le pediría disculpas, pero soy Black. Nunca me disculpó más que con mi madre a punta de chingazos.

—Te dije que no le gritaras porque reacciona muy brusco, idiota —regañó Adam a Héctor que estaba aún sin aire por mi culpa.

Ay, sin duda me amo.

Pero no sonrías pendejo, no sonrías.

Muy tarde.

Las comisuras de mis hermosos, exquisitos y sabrosos labios se alzaron formando una sonrisa que podía verse hasta la punta del monte Everest. Me gustaba ver como Héctor se quedó sin aire por mi culpa, en cierta parte se lo merece por ser un pervertido de mierda, pero aun así es mi mejor amigo, he tratado de llevarlo por el camino de ser un completo caballero, pero he tenido muchas dificultades por ello. No le funciona muy bien que digamos el cerebro a este.

—Solo le quería decir que por allá estaba Irina viéndote —informó sin casi aire Héctor señalando hacia atrás de Adam.

Seguí con la mirada hacia la dirección donde apuntaba Héctor hasta que se toparon con una de las mesas del exterior, ahí estaba las tres amigas inseparables; Wendy, Luz e Irina. La cual antes mencionada me estaba viendo sentada desde su lugar. Su cabello rubio en perfectas ondas estaba acomodado sobre sus hombros en excepción de uno que estaba entre sus dedos a los cuales hacían unos sutiles movimientos mientras me sonreía ampliamente.

Mi Estúpido ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora