11. ¿Así O Más Fácil Que La Tabla Del Uno, Chiquitilla?

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Llevé en tenedor con un pedazo de chilaquil a mi boca mientras deslizaba la mano a mi lado a través de la mesa donde tomé mi celular y lo giré para ver la pantalla que aún no tenía la notificación. Mastiqué con lentitud mientras veía la pantalla con las cejas juntas.

¿Por qué aún no me contesta? ¿La asusté? ¿Fui muy directo?

¿Directo? Si solo fuiste honesto y amable. Solo le respondiste:

Hola, sí, ya lo sabía, me lo había dicho antes Laura. Tu secreto está a salvo conmigo ;)

Creo que el guiño fue demasiado.

Me reproché mentalmente mientras comía.

—Deberías de dejar de masticar como burro o tendrás que comprarle a mamá unos nuevos cubiertos.

No pude evitar bufar al escuchar la voz de mi hermana que estaba entrando al comedor con sus pijamas coloridas, ahora tenía puesta una en estilo arcoíris en tonos pasteles con unas pantuflas de unicornio. Una mueca se formó al verle de pies a cabeza.

—Tú deberías de dejar de vestirte así, no se supone que ya tienes veintiuno y eres una adulta. Compórtate como tal —gruñí.

Mi hermana solo rodó los ojos a la vez que echaba su cabello hacia atrás. Casi le aviento el vaso de vidrio que tenía a la mano cuando se sentó frente a mí.

—¿Por qué eres tan amargado? —me preguntó haciendo un puchero.

—¿Por qué eres tan estúpida? —le reñí.

—No soy estúpida, soy divertida, algo que obviamente no eres tú.

Apreté mis dientes al interior de mi boca y dirigí la mirada hacia la comida que tenía frente a mí. Tal vez si la ignoro se vaya de mi vista, y de paso de mi vida. Los siguientes minutos solo hacía dos cosas, comer y revisar mi celular cada minuto en la espera de un mensaje de la chiquilla. Tomé de inmediato mi celular al escuchar como vibró sobre la mesa.

Solté un bufido al ver una notificación, pero no era la que esperaba. Dejé el celular sobre la mesa y devolví la vista hacia mi plato casi vacío. Mientras masticaba podía sentir la mirada marrón de mi hermana sobre mí desde hace como diez minutos como mínimo. Solté el tenedor que impactó en el plato de cerámica y miré a mi hermana con molestia.

—¿Qué demonios me ves desde hace minutos, Ariadna? —gruñí viéndola.

Mi hermana solo seguía frente a mí con los codos apoyados sobre la mesa, mientras que las palmas de sus manos sostenían su pequeña carita. Su mirada era tranquila, ni siquiera parecía juzgarme con ella como siempre solía hacerlo, solo estaba. Viéndome.

—¿Ya tiene novio?

La pregunta de mi hermana me descolocó, no sé si era por la pregunta en sí o por la manera en la que lo preguntó tan tranquila.

¿De qué carajos me hablas? —le pregunté frunciendo las cejas.

—De la niña —dijo con simpleza—. ¿Ya tiene novio?

—No sé de qué carajos me hablas, Ariadna.

Me defendí tomando el plato que tenía frente a mí e irme del comedor. Respiré un segundo aliviado al no escuchar que Ariadna venía detrás de mí, pero había celebrado antes de tiempo, pude escuchar esas estúpidas pantuflas que venían a toda velocidad a mis espaldas.

—Claro que sabes de lo que hablo —me acusó.

Cerré los ojos por un momento mientras me recordaba mentalmente que Ariadna era mi hermana y por eso no debía de ahogarla en la tina del lavaplatos. Cuando retomé la compostura abrí el grifo de la llave y tomé la esponja a la cual le coloqué jabón para lavar lo que utilicé hace un par de minutos. Una pequeña sonrisa se comenzó a formar en mis labios al ya no escuchar ni una palabra de la estúpida ingrata de mi hermana, pero como siempre. Ella no pudo mantener la boca cerrada.

Mi Estúpido ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora