Capítulo 4

648 108 8
                                    


Please don't say you love me - Gabrielle Aplin

Please don't say you love me - Gabrielle Aplin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Había algo extraño, verdaderamente extraño. El corazón de Jiang Cheng se aceleraba en cada visita que hacía a Gusu, se sentía inquieto y no quería irse.

Lan WangJi y Wei WuXian habían dejado la secta por un tiempo para viajar por el mundo, así que no se sentía así por el idiota de su hermano.

Jiang Cheng se detuvo abruptamente.

¿Por qué seguía haciendo constantes visitas a Gusu si su hermano no se encontraba?

¡¿Por qué se estaba dirigiendo a ver a Lan XiChen por un camino no conocido por los discípulos?!

Su mirada se volvió oscura.

¿Por qué seguía visitando a Lan XiChen con tanta frecuencia?

Se maldijo a si mismo y a todos los nombres que pudo por parecer una jovencita en búsqueda de su amado.

Que estupidez.

Estaba a punto de darse la vuelta para volver a su secta, cuando volvió a sentir un pinchazo en su corazón. En su mente apareció el suave rostro del líder de la secta Lan, su voz tranquila pero triste también resonó.

"Me alegra tu compañía".

Recordó lo brillante que era el cabello del cultivador a la luz, lo pálida que era su piel y lo muy apetitoso que se veían sus labios cuando hablaba...

¡¿En qué estaba pensando?!

Si alguien pudiera verlo, sería un espectáculo completo. Parado a mitad de un camino, con la confusión plasmada cómicamente en su rostro; parecía un muñeco al que le acababan de decir que era un muñeco. Estático en su lugar con una expresión que incitaría a dos cosas. Primero, preguntarle si estaba bien o segundo, huir por si enloquecía.

El Jiang negó reiteradas veces mientras se repetía que sus pensamientos probablemente eran tan...¿extraños? Porque estaba cansado. Sí, debía ser, porque no había ninguna posibilidad de que él...

No.

No obstante, fue incapaz de retroceder y decidió que no llegar sería un acto irrespetuoso y cobarde, por lo menos debía mantener su orgullo a flote. Después de todo, tras aquel encuentro improvisto y una que otra carta, habían pactado verse dos días al mes. ¿Por qué? Bueno...Eso no se pregunta porque haría al pobre cerebro de Jiang Cheng explotar.

Caminó con paso tranquilo hasta que divisó la conocida entrada entreabierta y sin avisar de antemano, se adentró a la casa.

Esta vez, Lan XiChen estaba frente al pequeño estanque viendo a los peces koi con expresión nostálgica, a su lado, sobre una mesa de piedra, descansaba un juego de té.

Historias familiares de un jade y un lotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora