"El poder"
El sol, aunque tenue, aún brillaba lo suficiente para que los niños y los castores mantuvieran el calor corporal. Blessie estaba exhausta, sus piernas desfallecían tras la larga caminata y un presentimiento extraño oprimía su pecho.
Las palmas de sus manos y dedos hormigueaban desde hacía rato, como un cosquilleo persistente. Algo extraño pugnaba por salir de su cuerpo, amenazando con desatar una fuerte explosión sobre Narnia.
" Quizás solo sea la ansiedad", pensó, mordisqueando su labio inferior.
Su mirada se posó en los castores, que encabezaban la fila. La nieve densa del río conservaba las huellas que todos dejaban. Volteó el rostro para ver a Lucy y se sorprendió al encontrarla pálida, exhausta y temblando de frío.
—Peter —llamó, y el rubio la miró de inmediato. Ella señaló a Lucy y él comprendió al instante. Se detuvo para ofrecerle su espalda a su hermana menor, quien agradecida se montó sobre él.
—¡Rápido, humanos! Me estoy haciendo viejo —exageró el castor, y Blessie rodó los ojos divertida.
—Si vuelve a decir eso, lo convertiré en un sombrero de castor.
Las tres rieron y siguieron caminando detrás de la pareja.
Blessie entrelazó su brazo con el de Susan y ambas sonrieron con timidez. Las cosas estaban tensas entre ellas desde que la pelinegra los había culpado horas atrás. Blessie sentía arrepentimiento, pero no había tenido la oportunidad de disculparse adecuadamente. En el fondo, sabía que Susan tenía razón.
—¡Vamos! —volvió a gritar el castor—. ¿Qué pasa?
—Le está gustando mandar.
—Le pondré un bozal.
—¡No! —gritó la señora castor, que las había oído—. ¡Detrás, es ella! ¡Corran!
El corazón de los cuatro se detuvo al ver un trineo acercarse a toda velocidad. Lucy se bajó de la espalda de Peter presa del miedo y se aferró a su mano para empezar a correr. Blessie y Susan no se soltaron, aferrándose la una a la otra con el miedo reflejado en sus rostros pálidos.
Los cascos de los renos repiqueteaban sobre la nieve, anunciando que la bruja estaba a punto de alcanzarlos. El castor les hizo una señal para que se adentraran en el bosque, donde encontraron un escondite.
—¡Rápido, entren aquí!
Blessie observó la cueva, qunque pequeña, se las arreglaron para tumbarse en el suelo, apretados. Intentaron controlar su respiración para no delatar su posición y se quedaron petrificados cuando el trineo se detuvo. El silencio era tenso, todos estaban aterrorizados.
Blessie apretó la mano de Susan y se miraron unos segundos, llenas de miedo.
—¿Se habrá ido? —preguntó Lucy en un murmullo.
ESTÁS LEYENDO
Gold Witch | Las cronicas de Narnia¹
Fiksi Penggemar𝐋𝐚 𝐛𝐫𝐮𝐣𝐚 𝐝𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚, 𝐡𝐢𝐣𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐋𝐞𝐨𝐧 𝐀𝐬𝐥𝐚𝐧, 𝐬𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐲 𝐞𝐧𝐯𝐢𝐚𝐝𝐚 𝐚 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬. 𝐐𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞 𝐚𝐧̃𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬, 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐞 𝐡𝐢𝐣𝐚 𝐬𝐞 𝐯𝐮𝐞𝐥𝐯𝐞�...