Ojos delatores

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A mi querida y preciosa beta Yuricita de mi corazón: mil gracias por todos tus aportes para este fic. Ha sido fundamental e importante para mí contar con tu apoyo y visión. Eres maravillosa.

A mi hermanita del alma Marcia que esperó pacientemente la actualización jajaja... Aquí va amiga, con todo mi amor para ti.

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«...Existe una terquedad en mí que nunca podrá tolerar asustarme a merced de los otros. Mi valor siempre emerge con cada intento de intimidarme». -Elizabeth Bennet.

Orgullo y prejuicio

Jane Austen

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Provincia de Tosa, Sur de Japón.

Las miradas de algunos soldados fueron robadas por la figura de la curvilínea mujer que ingresó a la cantina y se sentó junto a la misma mesa del hombre calvo. Su kimono de anchas franjas en color vino y palo rosa, combinaba perfecto con sus ojos rojos y sus labios maquillados de un oscuro color carmesí. Resaltando a la vez, el tono albo de su hermoso y elegante rostro.

-¡Bebe! ¡Bebe! ¡bebe!

Se oía el grito al unísono en la cantina. Y las miradas, incluso aquellas que la mujer de ojos rojos inconscientemente robó; se dirigieron ahora hacia el nuevo centro de atención.

De pie sobre una mesa y alentado por sus compañeros soldados que disfrutaban de una noche libre en El Ciempiés; el hombre barbudo se empinaba la jarra y a grandes tragos se bebía toda la cerveza de una sola vez.

El espectáculo era llamativo. Tanto que hasta los hermanos Takeda estiraron sus cuellos para ver lo que pasaba varias mesas más allá. Desde el rincón, observaron cómo el hombre barbudo se bebía toda la amarga cebada y luego gritaba eufórico y triunfal, como si hubiese vencido a un gigante.

La kunoichi del Norte entornó los ojos y dijo con hastío:

-Idiotas...

Renkotsu que había girado levemente su tronco para observar el espectáculo, sintió un fuerte pinchazo en la muñeca como si un insecto grande le hubiese picado. Enseguida se sobó la zona afectada y recuperó su posición recta sobre la silla, volviendo la vista al frente para mirar nuevamente a su hermanastra. Entonces comentó:

-No lo culpo... La cerveza de este antro es la mejor que he probado.

-Eso espero -respondió Kagura viendo dubitativa el contenido de su jarra.

Renkotsu se pasó nuevamente las yemas por la picadura en su muñeca y dijo:

-Creo que los mosquitos están hambrientos hoy.

-Así parece -concedió la kunoichi haciendo un gesto con uno de sus abanicos para alejar a los mosquitos y tomando su jarra añadió-: Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que nos vimos, así que vamos a divertirnos -dijo con falso entusiasmo y sugirió-: brindemos para que ese mosquito no se muera por probar de tu sangre.

-Sí. Qué graciosa -ironizó Renkotsu con semblante serio-. Al menos tu sentido del humor sigue siendo fatal.

Kagura esbozó una sonrisa de medio lado y le guiñó un ojo. Luego Renkotsu aceptó la idea de brindar.

Ambos alzaron sus jarras, y mirándose de la manera más hipócrita en que dos hermanos con opuestos propósitos se pueden ver; las chocaron para "celebrar" por ese incómodo encuentro.

Entre tu orgullo y el míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora