Castigo

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ADVERTENCIA: Este capítulo tiene contenido violento que puede herir la sensibilidad. Leer bajo su propio riesgo.

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«Los poderes legendarios del Ninja pueden parecer magia a los no iluminados. Son, de hecho, la culminación de toda una vida de dedicación física, mental y espiritual. No es que tales hazañas son imposibles y por lo tanto de origen sobrenatural, que son tan natural como la respiración y el movimiento, una parte de la energía de la vida que todo el mundo comparte.

»... todas las personas tienen el potencial de lograr cosas aparentemente milagrosas, pero el simple hecho es que ellos no pueden porque no lo hacen. La conciencia de un Ninja tiene el potencial infinito dentro de una persona y dentro del universo; es la clave para el cumplimiento de todas las cosas».

Toshitora Yamashiro

Gran Maestro de las Sombras nueve de los Koga Ninja

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Las cosas estaban tal como ella pensó...

La Capitán del clan Higurashi repasaba los hechos, mientras se hallaba de pie aferrada a la reja del calabozo, apoyando su frente en esta.

Desde que el mercenario, Renkotsu, le dio la información de la ceremonia de sucesión y ella planeó infiltrarse en ese torneo de guerreros para el Clan Takeda, supo que nada sería sencillo; no tratándose del hijo menor de Naraku.

«-Bankotsu va a asesinarte».

Fue lo que el Takeda mayor le dijo. Y la actual situación le indicaba que al menos el tipo no le mintió.

Después de eso averiguó más respecto a este nuevo daimyō. Habló con algunos aldeanos del norte: un poco de su reputación y la forma de proceder de este con sus soldados. Así confirmó lo que sospechaba; el tipo no la iba a aceptar tan sólo con verla pelear en un simple combate sobre la arena de su torneo, no siendo ella un «soldado raso» y además, una mujer. Y por esta última razón es que ¡menos! Iba a convencer a ese Comandante de voz fina que se engrifaba como un gato cuando de mujeres se trataba. Así que, si quería convencer a Bankotsu de que era una guerrera digna para sus filas, entonces debía sorprenderlo y demostrar su valía, aunque aquello significara llevar las cosas a un nivel superior. Sólo así y con un poco de suerte conseguiría entrar al Clan.

La hora del conejo casi finalizaba y pronto los soldados vendrían por ella, lo que significaba que era tiempo de comenzar con su habitual meditación; debía prepararse mentalmente para enfrentar con responsabilidad los próximos acontecimientos.

Lo bueno fue que por la noche comió y se hidrató. Bankotsu dejó instrucciones de que desataran sus piernas y le cambiaran las ataduras de las manos, reemplazando la cuerda rústica por una cadena con muñequeras de hierro que le permitiera algo de movilidad a la hora de comer. Aquello fue favorecedor para la Capitán, ya que con eso, obtuvo suficiente libertad entre la distancia de sus manos para realizar el ritual que su maestra, Sango, le enseñó: el Kuji Kiri.

Se soltó de la reja y regresó a un rincón del calabozo, hizo una reverencia simbólica y enseguida se arrodilló, sentándose sobre sus talones con la espalda recta. Con sus manos comenzó a realizar los mudras, a la vez que susurraba los sellos del Kuji kiri y recitaba en voz baja los mantras para cada corte, con la determinación de obtener un mayor control sobre sí misma.

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-Entrenaremos tu mente, Kagome.

Entre tu orgullo y el míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora