18 De tequila y canciones

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Pasó las manos por su rostro y luego las enredó en su cabello negro. Jadeaba entre suspiros y apretaba con fuerza los ojos.

No podía siquiera describir lo que estaba sintiendo.

Su mente viajó entre comparaciones sin sentido que se perdían entre los gemidos que salían de sus labios. Repitió un nombre de manera incansable, uno que no debió decir porque todo en esa situación estaba mal.

Pero no había vuelta atrás, lo estaban disfrutando, demasiado, y ninguno tenía la mente en el lugar adecuado para detenerse.

¿Alguna vez se sintió así?

Soltó otro gemido cuando las manos de él tocaron los puntos indicados, lo sintió besarla por todos lados e hizo la cabeza hacia la izquierda antes de llevar su mano empuñada a la boca para dejar de soltar sonidos.

Temblaba, sus piernas no dejaban de hacerlo. Si quisiera caminar caería en el suelo.

Probablemente era el alcohol lo que la hizo sentir a tal grado, tal vez era el corazón destrozado; fuera lo que fuera no quería dejar de experimentar, de sudar o de gemir.

Y su amigo estaba más que dispuesto a complacerla.

Hablando de, su rostro apareció sobre ella, pero no duró mucho, pues volvió a impactar sus labios en un beso demandante que apenas y la dejó respirar, pero no le importó, ella clavó las manos en su espalda al no ser capaz de controlar el éxtasis que la recorrió.

En algún momento se pasaron a su sofa, en otro cayeron de este al retirarse la ropa, de manera mutua, y ahora se movían en perfecta sincronía.

Meiling echó la cabeza hacia atrás mientras sus manos recorrían el cabello claro de Lien. Apretó los párpados pero de sus labios salieron gemidos que en definitiva llevaron el nombre del chico.

Por su lado, él besó su cuello, debajo de sus orejas y cualquier pedazo de piel que estuvo a su alcance. El sonido de la chica debajo de él lo erizó y excitó de una manera que supo que estaba mal.

Pero su nublada mente dejó eso de lado cuando el deseo silenció el dolor del desamor.

Buscó con sus manos los brazos que ella enroscó en su cuello y los pasó arriba de su cabeza donde los sostuvo. Se movió con más ímpetu, ella subió de volumen el sonido de sus labios y se encontraron en un beso cuando ambos llegaron a la cumbre del éxtasis.

Con el latido de sus corazones a todo lo que daba, se miraron a los ojos por unos segundos hasta que Lien bajó la cabeza y trató, en vano, de retomar el aliento.

Algo al fondo de su mente le gritó que se arrepentiría, pero cuando la mano de Meiling lo hizo voltear para dejarle otro corto beso en sus labios, se dejó caer a su lado y la atrajo a su cuerpo antes de posar los labios sobre su coronilla.

No se dijeron nada, ni siquiera buscaron vestirse, Mailing solo jaló la frazada sobre el sofá de Lien y los tapó a ambos antes de recostarse en su pecho y dejar que el latido de su corazón la arrullara.

No se dijeron nada, ni siquiera buscaron vestirse, Mailing solo jaló la frazada sobre el sofá de Lien y los tapó a ambos antes de recostarse en su pecho y dejar que el latido de su corazón la arrullara

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