17 De errores y macarrones

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Cuando Touya escuchó la idea del idiota castaño, su primer reacción fue decir no sin importar lo bueno que fuera el trato.

Y era bueno, bastante, subirían las ganancias apenas firmaran porque venía una campaña grande.

Pero de por sí ya tenía al mocoso entre ceja y ceja con la absurda relación que se cargaba con su hermana; sumarle trabajar en conjunto sería tortura.

Pero dejó de escuchar las miles de razones que el chico expuso cuando la mujer, recién llegada, se sentó a su lado y lo miró de arriba abajo con bastante descaro.

Intentó concentrarse en lo que el contrato decía cuando de reojo notó al mocoso ver su reloj una y otra vez.

Arqueó una ceja y dejó de poner atención a las letras llenas de cláusulas que les daban la ventaja.

Syaoran miraba por la ventana, veía su reloj y revisaba su celular. Parecía nervioso, y sabía con certeza que no tenía nada que ver con el asunto de ser el cuñado falso que lo odiaba.

—Tengo una reunión —anunció de pronto llamando la atención del que leía y la mujer pelirroja—. Pero Kaho sabe los pormenores de lo que dice y te puede explicar a detalle...

Touya se enderezó y cruzó de brazos. Reunión sus polainas, el mocoso estaba corriendo para ver a su hermana.

—Si no voy a tratar esto contigo, la respuesta es no —dijo, tajante.

El chico abrió la boca con sorpresa y luego miró su celular. Podía avisar que llegaría tarde, podía dejarla ir sola a la pocilga uno...

Se imaginó a Sakura firmando frente a una casa de cartón y negó.

—Pero no es necesario, mi asistente...

—No.

—Ella está perfectamente capacitada...

—¿Lo rompo?

Iris ambarinos se llenaron de sorpresa, luego de entendimiento, Touya Kinomoto sabía a dónde iba y le quería hacer la vida difícil.

—Xiao Lang, ve —intervino Kaho, en su legua natal—. Yo me hago cargo.

El aludido la vio con desconcierto unos segundos antes de asentir y, literalmente, correr fuera del restaurante no dando tiempo a Touya de decir algo.

Pero el mayor de los Kinomoto se incorporó para seguirlo y luego se estremeció cuando una muy suave mano tomó la suya para detenerlo.

Se enfrentaron con la mirada, el más alto contuvo la confusión y extrañeza que la dama despertó, y se limitó a verla de mala manera.

—Se lo advertí...

—No rechazarás el contrato —atajó ella cruzando las piernas con tranquilidad.

Touya arqueó una ceja.

—¿Cómo lo aseguras?, solo debo romper ese papel y...

—Ambos somos guardianes; tú no harás nada para lastimar a quien te importa, y yo no dejaré que decepciones a quien me importa —explicó ella llevando el contrato a su lado de la mesa—. Ahora, actúa como la edad que tienes y sigue leyendo.

El hombre entrecerró los ojos al sentirse atacado, manipulado y... Atraído. Pero con un fuerte bufido regresó a su asiento.

—No necesitamos caridad —espetó regresando a leer.

Kaho asintió.

—Y a Xiao Lang no le sobra dinero para pagar la multa de cambio de proveedor, pero aquí estamos.

Casualidad O DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora