XXXVII

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Abrió sus ojos al escuchar una voz, una voz desconocida llamarlo a la lejanía. Para su sorpresa, el conductor del autobús le sacudía con calma mientras llamaba su atención, indicándole que habían llegado hasta la última parada del día, y no había vuelta atrás. Había llegado lejos, muy lejos, pero aún se sentía tan cerca de Jung que juró se volvería loco.

Bajó del autobús aún con su cara de sueño, a parte sus ojos yacían un poco hinchados por llorar la mayor parte del viaje. Ya era de noche, no se preocuparía porque alguien le viera así, si con la poca luz del sitio a duras penas lograba ver lo que tenía cerca. Caminó un poco hasta llegar a la carretera de nuevo, esperando encontrar un taxi pronto y llegar a su casa. Necesitaba salir de ahí cuanto antes, costara lo que costara. 

Para su desgracia los taxis ya no transitaban aquellas calles.

No tuvo otra opción que caminar. Solo porque prefería no pasar la noche en una estación de autobuses por su cuenta. No le preocupaba que algo malo le sucediera a la tempestad de la fría y oscura noche, caminó por minutos, minutos en los que se dedicó en imaginar un momento en el que él y Jung seguían siendo amigos, solo mejores amigos.

Dar aquel gran paso le había arruinado todo. Lo admitía, y le dolía hacerlo. Deseaba tanto volver a los tiempos en los que Wooyoung era tan apegado a él, que solía agotarse de verlo. Ahora tan solo se ahogaba en lágrimas al verlo, le recordaba cosas malas, le recordaba dolor y le recordaba la jodida escena de película que había tenido con YoonOh.

Ah, pero... caminar en la soledad y sentir el viento golpear su rostro. Realmente le calmaba.


...


Estaba en casa luego de muchas horas. Caminó por horas hasta que encontró un taxi, que amablemente le había conducido hasta su hogar. Bajó de este pagando la cantidad que pedía, deseó buenas noches y caminó hasta su casa. Pero en la puerta estaba alguien, alguien que le impedía el paso.

Sus ojos se detuvieron en el chico que se había quedado dormido frente a su puerta. Seguramente de tanto esperar... pero, aunque él hubiese estado en casa, no hubiese abierto la puerta para ver a Wooyoung. No deseaba verle, no deseaba hablarle, no deseaba acabarlo todo... no aún.

Se agachó un poco hasta alcanzar la altura del mayor, su mano quiso intentar acariciar sus hermosas mejillas, que habían tornado un color rosado por el frío del sitio, sin embargo, se detuvo de hacerlo en la mitad del camino. No... no podía simplemente dejarse caer de vuelta.

Lo único que quería en ese momento era entrar a su casa, tratando de encontrar una manera de abrir la puerta sin hacer caer al adormitado Jung Wooyoung.

Dio un fuerte suspiro al darse cuenta que, si abría la puerta, también abría la jodida oportunidad de enfrentar al mayor de una vez por todas... y bien era eso, o dormir con él ahí.

-Maldita sea... -musitó para sí mismo, moviendo un poco del hombro de Jung para despertarlo. -... Wooyoung... vamos, despierta hombre.

El chico despertó mientras tallaba sus ojos... ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Horas?

Y es que su plan inicial era ir a casa de San para conversar con él, aclarar sus asuntos de una vez por todas. Puesto que, al acabar sus clases, corrió lo más que pudo hasta la casa del más bajito, llevándose la para nada grata sorpresa de que el chico no estaba en casa, para matar el tiempo; y con la esperanza de que llegara pronto, tomó asiento frente a la puerta y sin darse cuenta se quedó dormido, jamás contó con que Choi se tardaría tanto en aparecer. Aunque si le surgió la enorme curiosidad por saber donde había estado, y por qué lucía tan agitado.

დ.𝒀𝒐 𝒋𝒂𝒎𝒂́𝒔 𝒒𝒖𝒊𝒔𝒆... ⟿ woosan ⬳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora