Capítulo 8

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Un no, no era una respuesta viable y la paciencia para ellos no era una virtud que poseyeran, por ello me encontraba siendo sostenida por la mano de Cowen mientras recorríamos el camino que nos llevaba hacia la casa de una supuesta hechicera

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Un no, no era una respuesta viable y la paciencia para ellos no era una virtud que poseyeran, por ello me encontraba siendo sostenida por la mano de Cowen mientras recorríamos el camino que nos llevaba hacia la casa de una supuesta hechicera.

De día el lugar se miraba más bonito, pues los rayos de sol se reflejaban sobre la madera haciéndola lucir lustrosa.

Habíamos caminado por en medio de aquel pueblecito percatándome de que era más grande de lo que yo creía, parecía una pequeña ciudad repleta de personas las cuales miraban con respeto al otro hombre que iba delante de mí, ese que portaba rizos brillantes y un aire dominante.

—¿Son familia? —cuestioné en un susurro.

—Hermanos —respondió Cowen dándole un leve apretón a mi mano —Daven es el mayor, Derek el de en medio y yo el menor.

—En los libros el mayor es el alfa —susurré sabiendo que todos alrededor de nosotros tenían un oído sensible.

—Realmente es quien sea más fuerte y de nosotros, ese es Derek, se supone que el hijo más fuerte del antiguo alfa es quien toma el puesto, pero si alguien de la manada se considera más fuerte y quiere retarlo, puede hacerlo y quien salga vencedor es el nuevo alfa.

Yo asentí asimilando toda la situación.

Al llegar a las orillas del pueblo en donde las casas se hacían más escasas, pude ver al final de la calle una casa enorme, repleta de plantas extrañas alrededor las cuales cubrían ciertas paredes de la cabaña.

Era bonita y desde afuera se veía tan exótica.

Derek sin molestarse en tocar se acercó a la puerta y la abrió para dejarme pasar primero, yo me sonrojé considerablemente ante su acción y pasé dentro con ellos siguiéndome.

Una mujer muy hermosa, alta y de cabellos azules se encontraba en la sala con un vestido negro ajustado y hasta las rodillas, sus pies se encontraban descalzos y en el centro de su frente tenía incrustada una piedra de color plateado.

—Les dije que era una para los tres —fue lo primero que dijo al vernos entrar —Jade —saludó —ya te conocía, linda.

—¿He? —balbuceé al ver como se acercaba a mi para tomar mi rostro entre sus manos.

Por todos los cielos, esa mujer era hermosa y me hacia sentir nerviosa con solo tenerla cerca.

—Llévala despacio —pidió Daven.

—Claro que sí, ahora fuera, esta hermosa y yo tenemos mucho de qué hablar —yo escuché como los tres hombres sin rechistar se retiraron dejándome con aquella mujer —mi nombre es Sarkans, Hada de fuego y hechicera de esta manada.

—¿Hada de fuego? —cuestioné incrédula.

—Si, eso.

Yo cerré mis ojos ofuscada.

—Han sido demasiados descubrimientos en menos de veinticuatro horas, señorita Sarkans, no le sume más a la lista, no estoy lista —susurre intentando contener el llanto.

—Lo siento, preciosa, debe ser difícil saber que todo lo que te hicieron creer que era un mito realmente es real —yo asentí como niña pequeña —pero tranquila, yo abriré tu mente —aseguró soltando mi rostro para tomar una de mis manos y llevarme con ella hacia una puerta —sin zapatos —pidió.

Yo retiré las bailarinas para dejarlas a un lado de la puerta y luego entré con ella en cuanto la abrió.

Mis pies literalmente tocaron césped muy bajito y maravillada me deleité con el lugar, pues literalmente era un jardín entro de una habitación. Un jardín lleno de plantas extrañas y de diferentes colores que lucían maravillosas.

—Aquí puedes respirar uno de los oxígenos más puros de la tierra —admitió llevándome hacia unas pequeñas bancas una frente a la otra.

Ella me dejó caer sobre la pequeña banca de madera para luego sentarse frente a mí.

—Ellos no te quieren dejar ir porque saben quien eres en sus vidas, tu olor les deja saber que eres lo que les faltaba, porque hueles a lo que ellos más disfrutan —yo asentí entendiendo esa parte —pero tu como humana solo crees sentir deseo, ganas de tener sexo, desesperación por ser follada y no ves más allá que el calor que te producen —yo asentí confirmando todo lo que me decía —por lo que yo con esto haré que puedas percibir de la misma forma que ellos.

Con una sonrisa ella colocó la palma de su mano derecha hacia arriba y luego pasó la izquierda en círculos encima de la otra. Ante esta acción un frasco ovalado con un liquido anaranjado apareció en su mano.

—Toma, se que la desconfianza es palpable, pero después de todo secuestrada estás, ya nada puede ser peor —profesó encogiéndose de hombros.

Y realmente tenía razón, por lo que extendí mi mano para tomar el frasco de la suya y proceder a destaparlo para llevarlo hacia mis labios.

En cuando el líquido invadió mi palabras la sensación de calidez me envolvió, por lo que continué tragando el líquido dulce hasta que no quedó una gota dentro de él.

Ella extendido su mano para tomar el frasco y la tapa de entre las mías para sellarlo y dejarlo sobre su regazo, luego tomó mis manos entre las suyas y se inclinó.

—Esto puede ser abrumador si no lo tomas con calma —me dejó saber —así que, por favor, respira y siente como tus sentidos se agudizan.

Yo asentí dejándome envolver por las sensación que recorrió todo mi cuerpo.

—Hueles a nueces —susurré —y a lavanda —ella soltó una suave ricita.

—A ver, sigue oliendo, que más percibes.

—Destellos de olor a jengibre, en tus manos —al abrir los ojos la vi asentir —y el aroma general del lugar me ofusca.

—Fue más fácil de lo que creía —admitió con una sonrisa —bien, belleza ¿estás lista para saber como ellos se sienten cuando están cerca de ti? —yo asentí no muy segura.

Pero a fin de cuentas no tenía de otra. 

 

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