Estaba adolorida, destruida y sin poder mover un solo músculo sin que doliera horrores.
Y ni hablar de mis zonas intimas las cuales había usado más que un autobús en horas pico.
Pero la verdad el dolor físico no era tan grave, sino la vergüenza que me recorría completa, por todos los cielos, recordar lo descarada y degenerada que había sido en esos día me dejaba fuera de juego.
Pues yo la chica que lloraba por todo, la que vivía encerrada y la que nunca había tenido sexo había rogado por sexo como una mujer experimentada que sabía mover a los hombres a su antojo.
Pero para ser sincera no me arrepentía, sin mencionar que tampoco le veía algo negativo a la situación, ya que, aunque a penas y pudiese recostarme de la cama, ellos habían estado haciendo todo por mi una vez desperté.
Permanecí dos días dormida después de aquella tanda sexual tan exhaustiva y de verdad que lo entendía, pues fue brutal, descomunal la forma en la que me follaron hasta el alma.
—Abre tus piernas —pidió Cowen entrando en la habitación.
Sin rechistar lo hice y él acercó su mano repleta de aquella crema que me ayudaría a recuperarme más rápido. En cuanto lo hice su mano libre hizo descender mi ropa interior de algodón para dejarme expuesta ante su mirada.
Con mano suave la colocó dándome algo de alivio como las otras tantas veces por la sensación de calidez que me otorgaba.
Una vez finalizó reacomodó mi ropa interior.
—¿Cómo sigues? —cuestionó con suavidad mientras acariciaba mi rostro con su mano limpia.
—Adolorida pero bien.
En ese momento Derek y Devon se adentraron en la habitación envolviéndome con sus aromas, los cuales ya se encontraban difuminados, pues aquella poción estaba comenzando a perder su efecto.
Derek se subió a la cama para acercarse a mi rostro y besar mi mejilla de forma suave repetidas veces.
—Hola, pequeña —saludó son una sonrisa.
—Hola —saludé suavemente.
—Muñeca ¿necesitas algo? —yo negué efusivamente.
—No necesito nada.
—Sabes que, en algún momento, cuando pase el tiempo adecuado deberás ir a hablar con tus abuelos —yo asentí.
—Lo sé —dije apenada.
—Pero tranquila, tienes todo el tiempo del mundo, más del que crees.
—¿Podemos dormir aquí? —cuestionaron los tres.
Con una sonrisa asentí.
—Pueden dormir aquí —aseguré.
Derek fue el primero en abrazarme por mi cintura para llevar su rostro a mi cuello en la zona en donde se encontraban las marcas, las cuales sanaban lentamente.
Daven fue hacia mi otro lado y se dejó caer junto a mi y Cowen, una vez lavó sus manos me pidió abrir mis piernas para ascender entre ellas y dejar su cabeza sobre mi vientre permitiendo que mis dedos se enredaran en su cabello.
La sensación de paz que me envolvía era desorbitante, sin mencionar que la emoción de tener a tres hombres a mi alrededor era simplemente maravillosa, decir que no me satisfacía en gran medida la forma en la que me envolvían entre sus cuerpos sería una mentira.
Y aunque fuese irracional toda la situación acordé conmigo misma que no quería ir a otro lugar que no fuera ese.
¿Cuál era el sentido de regresar?
Permanecer encerrada como tiempo antes. Y aunque aquí probablemente estaría encerrada también, era muy diferente a pasarme los días aburrida en casa de los abuelos a ser cogida por tres hombres a cada hora.
—¿Siempre será así? —cuestioné en un susurro.
—¿Así como? —cuestionó Daven.
—Me adentré en el bosque porque había discutido con mis abuelos, me han sobreprotegido toda mi vida alejándome de las cosas que se podrían considerar como normales, me prohibieron ir a la universidad, aunque realmente solo quería ir para intentar alejarme un poco de ellos, entonces quiero saber si aquí también será así, si me van a tener prisionera fingiendo que es sobreprotección.
—Estás marcada —susurró Derek —puedes ir a donde quieras, hacer lo que quieras, si decides cruzar la línea roja y perderte por horas que para nosotros serán meses, puedes hacerlo, porque sabemos que tarde o temprano regresarás, porque lo vas a necesitar, si no te dejamos ir después de encontrarte, fue porque tu no sentías ningún tipo de conexión.
—Y terminaríamos siendo un simple recuerdo, porque nunca sentiste lo que nosotros.
—Así que aquí no serás prisionera, Jade, serás la luna de esta manada y la reina de nuestras vidas y con solo obtener ese título es imposible que podamos mantenerte prisionera.
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J A D E
WerewolfCon unos padres descuidados que me arrojaron hacia mis abuelos para que me criaran y de paso unos abuelos sobreprotectores que preferían que tu educación fuese en casa ya que la escuela quedaba en otro pueblo y debías recorrer kilómetros de distanci...