Mis manos se restregaban nerviosas en mi regazo mientras esperaba que fuese la hora.
Habían pasado ya varios días desde que desperté y para ser sincera me sentía en perfectas condiciones gracias a esos teses y brebajes que Sarkans, el hada de fuego había enviado para ayudarme.
Justo en ese momento me encontraba nerviosa, pues los hombres que me habían proclamado suya me habían invitado a una cita y estaba en la sala esperando.
Durante todo el día había escuchado un leve ajetreo en el patio y aunque estaba curiosa por saber de qué se trataba se me imposibilitaba, pues la ventana de la habitación que se me había otorgado, no daba hacia esa zona de la casa.
Sabiendo que ya era la hora me levanté de mi lugar y acomodé el vestido rosa antes de comenzar a caminar hacia la parte trasera mientras ondeaba mi cabello lacio que a penas llegaba hasta la mitad de mi espalda.
Al estar en la terraza bajé las escalinatas y en cuanto mis ojos apreciaron el maravilloso lugar mi boca se abrió con suma sorpresa y emoción.
Una mesa para cuatro se encontraba perfectamente organizada cubierta por una tela perfectamente blanca que hacía resaltar los utensilios dorados sobre esta.
Con pasos lentos me fui acercando, observando todas las farolas que habían sido puestas a diferentes alturas iluminando de una forma hermosa todo el lugar.
También habían de esas lamparitas chinas en forma de globos las cuales estaban siendo sostenidas por cuerdas para evitar que arraigaran hacia el cielo.
Todo era simplemente hermoso y el que lo hubiesen hecho solo para mi me reanimaba el alma de todas las formas posibles.
Al estar completamente cerca, los aprecié a los tres acercándose a mi para envolverme entre sus brazos con un abrazo que le correspondí a cada uno.
—Estás preciosa —alagó Cowen mientras me ofrecía sentarme y sin dudarlo lo hice.
—Gracias —dije mientras sentía el sonrojo envolver mis mejillas.
Daven en absoluto silencio inclinó su manos en mi dirección para que pudiese tomar el regalo que me tendía.
Confundida lo tomé para apreciar el papel oscuro que envolvía dicho regalo.
Sintiéndome emocionada y algo eufórica, retiré el papel y mis ojos brillaron al ver la tapa dura del libro de color negro que recitaba unas letras en dorado.
—Dark souls —susurré.
—Son tres libros, es romance oscuro en todo el sentido, pero recuerdo escuchar que le decías a Sarkans que ese tipo de libros eran tus favoritos —yo asentí emocionada.
—Gracias —dije sincera.
—Una vez lo leas te busco el segundo —él sonrió abiertamente y yo le correspondí.
El siguiente en tenderme algo fue Cowen y al tenerlo entre mis manos desenvolví el papel para apreciarlo.
Era un teléfono.
—Oh, gracias —dije con una enorme sonrisa.
Por dios, era de última generación.
Derek viendose levemente emocionado se levantó de su lugar y se acercó al mío sosteniendo algo entre sus dedos.
—He esperado tanto tiempo por esto —admitió.
Él se colocó a mis espaldas para rodearme con sus manos mientras sotenía un collar con una luna de dije.
—Era de mi madre, la luna de esta manada y a su vez fue de la luna antes que ella que no compartían ningún lazo familiar, esto ha pasado por todas las lunas sin importar si eran familia o no, pero me enorgullece poder sostenerlo entre mis manos siendo el alfa mientras te lo coloco a ti, mi luna.
Y una vez puesto aquel collar volvió a su puesto.
Me sentía jodidamente plena, como si no faltara nada más en mi vida.
La cena fue lenta, armoniosa y hermosa. Comiamos despacio mientras hablabamos de cualquier cosa, mientras los conocía uno por uno más a fondo.
Y al finalizar, la mirada en sus ojos de dejó saber que era hora del siguiente paso.
—¿Y ahora? —cuestioné en un susurro.
—Es hora de sellar el pacto —contestó Daven con una sonrisa.
—Es hora de follar con los tres muñeca.
Fin
jsjsjsjsjs Falta el epílogo.
Amm, Dark Souls (Almas oscuras) es parte de una trilogía llamada Souls (Almas) la cual está en borradores. Pronto la publicaré.
Gracias por leer.
Se te ama.
Darkness fuera.
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J A D E
WerewolfCon unos padres descuidados que me arrojaron hacia mis abuelos para que me criaran y de paso unos abuelos sobreprotectores que preferían que tu educación fuese en casa ya que la escuela quedaba en otro pueblo y debías recorrer kilómetros de distanci...