El miembro de Cowen era el único que no había visto, pues no se había transformado delante mí, no se había desnudado sin pudor en frente de mi y tampoco había ido con su empalme visible a través de sus pantalones.
No sabía cuales eran sus magnitudes hasta ese momento en el que besaba de forma desenfrenada sus labios mientras me movía de adelante hacia atrás sobre su regazo sintiendo su dureza rozarse con mi feminidad.
Faltaba, solo faltaba él y el ciclo que se había iniciado estaría completo.
—Hazlo —rogué en un gemido.
Y sin dudarlo dejó salir sus colmillos para ir hacia mi cuello y morderlo en la misma zona que sus demás hermanos envolviéndome doblemente con las sensaciones de dolor.
—Mierda —susurré al sentir los destellos del dolor avasallante, pero luego de unos minutos en dónde él se dirigió hacia mis labios para besarme, el calor que, aunque seguía presente, era más liviano, comenzó a ser más intenso.
—Joder, aquí vamos otra vez.
—Si sales de todas tus primeras veces, solo tendrás una sola recuperación —susurró el rubio antes de darse la vuelta para dejarme aplastada debajo de él.
—Oh, sé a lo que te refieres —susurré intentando alejar las sensaciones tan dominantes que me gritaban que solo hiciera caso a una sola cosa.
Follar.
Fuese cual fuese la forma.
Lo único que importaba en ese segundo era follar para calmar el calor incesante que envolvía mi ser y no lo dejaba en paz.
Cowen se separó de mi cuerpo para tomarme por mis caderas y darme la vuelta para que me sostuviera del reposabrazos del sofá en el que ambos nos encontrábamos.
Sus manos se sostuvieron del vestido floreado que inútilmente me había puesto creyendo que después de las salvajes folladas de Derek estaría completamente satisfecha, pero no fue así, en cuanto sentí el olor del rubio literalmente corrí hacia su persona para terminar insinuándome con la única intensión de que me follara.
Cosa que estaba a punto de hacer, pues se había deshecho de mis bragas y había arremolinado el vestido en mi cintura.
Ya sus dedos hurgaban en mi coño sacándome jadeos a cada nada mientras mis manos se apretaban a los bordes del sofá, arqueándome todo lo que podía.
—Vas a quedar destruida —aseguró antes de dejar un azote en mi coño con su palma abierta el cual me sacó un chillido ante la sorpresa y el leve ardor que sentí.
Mientras sus dedos continuaban moviéndose en mi interior y a lo largo de todos mis pliegues humedeciéndome más de lo que ya lo estaba, lo sentí bajar la cremallera de sus pantalones y pronto su miembro fue lo que reemplazo sus dedos.
Su magnitud era atemorizante y la longitud que sentí debajo de mi increíble, por lo que creí sus palabras, que terminaría destruida.
Sin ningún prefacio su miembro se abrió paso por mi entrada haciéndome jadear encantada por la invasión.
—¿Qué tanto dura esto? —cuestioné al sentir que el calor en vez de menguar, empeoraba.
—Hasta que tu cuerpo crea que ya has follado lo suficiente.
Una vez dada su respuesta empujó más profundo en mi haciéndome gritar. Sin querer que el orgasmo me tardara mucho él comenzó un vaivén rápido, profundo, destructivo haciendo pedazos mi coño con cada embestida.
Sus manos aferradas a mis caderas me movían a la par de él haciéndome recibir las embestidas para que las sintiera más profundas.
Una de sus manos soltó mi cintura y mientras continuaba con su peligroso vaivén sentí como dejó caer saliva en mi entrada trasera para esparcirla con uno de sus dedos antes de adentrarlo en mi culo haciendo que un escalofrío me recorriera completa.
—Para hacer eso debes lubricar —susurré en medio de las sensaciones que no me dejaban pensar con claridad.
—Lo haré con tu propia humedad —aseguró.
El movimiento de sus dedos me envolvió deliciosamente y sin que lo viera venir, gracias a esa nueva sensación otorgada a mi cuerpo, yo me corrí vergonzosamente sobre su miembro.
Por todos los cielos, lo había dejado totalmente bañado de mis fluidos.
Él continuó en mi interior, agregándole esta vez dos dedos más a la ecuación.
Podía fingir que no me gusta, que todo era a causa de aquel calor desesperante, pero jodidamente no lo era porque este si lo estaba disfrutando de todas las formas habidas y por haber.
—Si, cógeme por ahí, quiero saber lo que se siente —rogué en medio de mi desaforo.
Cowen en absoluto silencio salió de mi dejándome con una sensación de vacío, pero segundos después al sentirlo en mi entrada, mi cuerpo entendió que me vaciaba de un lado para llenarme por otro.
Y aunque el dolor quedara en segundo plano debido a aquellas mordidas que me abrumaban la percepción del dolor en esos momentos como algo negativo, supe que cuando eso pasara no podría ni levantarme.
Cowen empujó suavemente en mi interior y mis ojos se apretaron con fuerza a la par que mis dedos se encerraban en el posa brazos del sofá.
Él empujó despacio, dejando que mis paredes se expandieran más despacio.
Empujó hasta que luego de unos minutos en donde mis ojos estaban totalmente apretados, pudo adentrarse por completo en mí.
—¿Estás bien? —cuestionó.
—Hoy sí, pero estoy segura de que cuando se me pase esto, todo se me va a caer encima.
Él soltó una suave ricita confirmando mis ideas y sin cuestionarme nuevamente si podía soportarlo, salió de mi interior y volvió a empujar de la misma forma suave hasta que poco a poco fue aumentando sus embestidas.
Ambas de sus manos se aferraron a mis caderas mientras que yo me aferraba al sofá.
No sabría si podría llegar nuevamente, pero debía admitir que los gemidos salían espontáneos provocados por la nube de placer que se creó en cuanto comencé a ser penetrada por detrás.
Por amor al cielo, nunca había imaginado estar en una situación como esta y realmente lo estaba disfrutando, probablemente era por el estado en el que me encontraba en el que parecía perra en celo, pero daba igual, por primera vez estaba disfrutando del sexo con tres hombres que me habían dado un montón de orgasmos que memorar.
Con sorpresa llevé mi mano hacia mi boca al sentir el nudo en mi vientre que se deshizo bruscamente llevándome a un orgasmo delicioso que me dejó sin respiración.
—Agradece que tus primeras veces hayan sido en calor —susurró Cowen dificultosamente mientras se deshacía dentro de mí —no todas reciben tantos orgasmos en su primera vez, Jade.
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J A D E
WerewolfCon unos padres descuidados que me arrojaron hacia mis abuelos para que me criaran y de paso unos abuelos sobreprotectores que preferían que tu educación fuese en casa ya que la escuela quedaba en otro pueblo y debías recorrer kilómetros de distanci...