Capítulo 10

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Una de las manos de Cowen se apretaba alrededor de mi cuello mientras que mi espalda estaba contra la madera del árbol que en algún punto los refugió de la luz del sol, pero que ahora era testigo de como el rubio ascendía su mano por debajo de la ...

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Una de las manos de Cowen se apretaba alrededor de mi cuello mientras que mi espalda estaba contra la madera del árbol que en algún punto los refugió de la luz del sol, pero que ahora era testigo de como el rubio ascendía su mano por debajo de la tela de mi vestido para ir directo hacia mi feminidad.

Mis labios se encontraban entreabiertos y mis ojos se enfocaban directamente en los suyos mientras que mis manos se aferraban al brazo tatuado que cortaba el paso del aire a cada nada.

En cuanto sus manos llegaron a mi zona se abrió paso entre la ropa interior descubriendo la humedad que me cargaba.

Yo jadeé al sentir como sus dedos jugaron con mis pliegues y se movieron de arriba hacia abajo bañando con los jugos de mi entrada todo alrededor.

—Tu sabor debe ser embriagante —susurró.

Y con esas palabras empujó uno de sus dedos en mi entrada haciéndome gemir suavemente.

—Cowen ¿no tienes otro lugar? —cuestionó Derek con voz mordaz.

—Quiero tocarla aquí y ahora, así que hazme el favor y que sirva de algo que eres el alfa —Derek gruñó ante las palabras de su hermano menor.

Pero él no se molestó en acotar nada más y solo se enfocó en llevar otro de sus dedos a mi interior para moverlos en forma de palanca.

Otro gemido se escapó de mis labios ante el placer que me arrullaba.

—Daven —ordenó Derek, pero ni siquiera supe que le pidió al pelinegro, no lo supe hasta que su mano se colocó sobre mi boca para evitar que hiciera ruido.

—Te quiero escuchar gritar, pero en casa, muñeca —susurró mientras esperaba a que su hermano terminara de satisfacer la necesidad que tenía de tocarme.

—Vamos, hermosa —susurró Cowen acelerando los movimientos provocando que mis piernas temblaran.

¡No estaba acostumbrada a esas sensaciones!

Y fue demasiado evidente, ya que con solo un par de minutos de su toque certero en ese punto tan delicioso en mi interior terminé deshaciéndome en los brazos de ambos.

—Uff —susurró Cowen sacando sus dedos de mi para elevarlos y llevarlos hacia su boca para probarlos.

Mis mejillas se tiñeron de rojo completamente y miré hacia el suelo intentando que pasara desapercibida la vergüenza que sentía en ese preciso instante.

—Jodidamente deliciosa —aseguró.

Derek al notar que su hermano había terminado, los apartó a ambos y me tomó en brazos para comenzar a caminar por el camino que habíamos recorrido.

—Denle lo que quieren y dejen de estar jugando —dijo con voz ronca y gracias a la forma en la que me llevaba pude sentir su pecho vibrar ante el uso de sus cuerdas vocales al hablar.

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