8. - El paraíso

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Javiera abrió los ojos. Notó a Flavia desnuda pegada a ella, con el brazo a su alrededor. "Estoy en el paraíso", pensó.

Flavia dormía y esperó, quieta y en silencio, a que se despertara.

Poco después notó como su mujer se movía, la oprimía con el brazo y le estampaba un beso en el cuello.

Javiera se giró para quedar frente a frente con su compañera y le dio un beso en la punta de la nariz.

Javiera: ¿Es suficientemente casto, mi amor?

Flavia: Tonta. (Sonrió).

Javiera: Ya te tengo. No te escaparás. (La miró maliciosamente).

Javiera se abalanzó sobre Flavia haciéndole cosquillas. No pararon de jugar y reír durante un buen rato. Verdaderamente eran felices. De las risas pasaron a las caricias y los besos. Mutuamente recorrieron sus cuerpos, familiarizándose con ellos. Javiera pensó en evitar la vagina de Flavia con su mano. No quería que se asustara ni forzarla, aunque se estiró encima de ella e inició un balanceo. No dejó de besarla apasionadamente.

Flavia no opuso resistencia, sino al contrario, comenzó también a balancearse con ella generando un sensual baile. El movimiento y la presión entre sus sexos aumentaron de intensidad. Javiera consideró que había llegado el momento y comenzó a deslizar su mano hacia la entrepierna de su amante, sorprendiéndose que estuviera mojada.

Javiera no iba a desistir en sus intenciones. Esta era la oportunidad.

De golpe, se sintió abrir la puerta de entrada, el sonido de unas llaves y una voz que dijo: mamáaaaaaaaaa!

Flavia: ¡Oh, no!¡La Miri tiene llaves!

AMOR Y DESEO (Flaviera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora