Capitulo 18; Reencuentro

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Sin lograr razonarlo siquiera me arrojo a los brazos de Isaí rodeando su cintura con los míos, haciéndolo soltar un quejido por el impacto brusco de mi cuerpo contra el suyo. Y es que entre las risas y más de diez conversaciones de los alumnos andando en la cafetería puedo distinguir la voz de Dayton, lo miro y percibo el segundo exacto en que sus oscuros iris negros me reconocen, en el que hacemos contacto visual, se despide de su improvisado guía y camina en mi dirección sonriendo.

Me abrazo aún más fuerte de Is, pero de momento lo suelto al recordar los complejos posesivos de Dayton cuando me veía cerca de otro hombre, ¡No quiero que lo lastime por estar cerca, que lo dañe como a mí! ¡Él no podrá defenderse!

—¿Qué sucede, mi amor? —pregunta asustado.

—Tienes que irte, por favor, por favor. —Involuntariamente comienzo a rasguñar mi brazo por los nervios, solo estoy tallando mis uñas por mi antebrazo izquierdo, pero sé que en cualquier momento sangrara—. ¡Por qué no te vas Livingstone!

Le reclamo al verlo quieto con aquel enfermo pasando entre los alumnos abriéndose paso hasta nosotros.

—Jolie calma, ¿Por qué tan agresiva? —indaga Abi siguiendo la trayectoria de mi rostro. Queriendo ver que me acompleja.

Ni siquiera puedo enfocarme bien, mi concentración está en Dayton viniendo hacia acá, su reluciente y cínica sonrisa cada segundo está más cerca y con ello se esfuma la falsa paz que con tanto esfuerzo me había creado. ¿Olvida la orden de alejamiento o qué le sucede?

Cierro los ojos, esto debe ser una pesadilla, me hago bolita junto a Abi, mi cabello cubre mi cara y aún así escucho enredado como pronuncia mi nombre, ni siquiera entiendo lo que yo misma susurro.

—¿Jolie? —Esa asquerosa voz me llama, me causa una implosión interna, el hedor de su perfume inunda por completo mis pulmones, siento asco, necesito irme. Abandono la posición fetal y me incorporo casi de un salto—. Hasson necesito que hab...

Mi mano hecha puño golpeó su cara tensando su rostro al mirarme, volviéndome diminuta al ver como su mandíbula se tensa en un claro; más vale que no hayas hecho lo que creo que hiciste.

Sin explicación me echo a correr atravesando los jardines del plantel atrayendo las miradas de todos. Al cruzar los talleres del fondo percibo que alguien viene detrás de mí, escucho sus pasos casi al ras de los míos, corro tan rápido como puedo con la frialdad penetrando en mis huesos. Al adentrarme en los viveros naturales de los grupos de innovación escucho el crujir de las hojas, estoy llegando a los límites de la institución.

—¡No me lastimes, por favor! —Grito llorando al verme acorralada y sentir una mano en mi hombro girandome bruscamente—. ¡Ya no, por favor! ¡Por favor!

•••

Despierto lentamente desorientada. Veo el techo blanco al igual que las paredes, en segundos reconozco el lugar, la frialdad, y el desagradable aroma de la enfermería del colegio.

Me siento con cuidado, en el reloj de pared veo que faltan menos de diez minutos para las dos de la tarde. ¿Cuánto he dormido? ¡Mi trabajo! Me quito de encima la sábana y me mareo aún peor por el brusco movimiento, con dificultad veo que algo se mueve cerca del escritorio vacío a escasos metros de la camilla.

—¡Jo! —Me abraza alarmada Abigail—. ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? Cuando te toqué caíste al suelo.

—Todos deben creer que estoy loca.

A segunda vista [L #1] - Último Otoño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora